lunes, 15 de marzo de 2010

El tren y sus hombres / Fragmentos de un libro testimonial

El Tren y sus Hombres
Voces que el tiempo no podrá borrar

Fragmentos del libro "El Tren y sus Hombres", de Andrés Lagalaye, Florencia De Lorenzo y Emilio Camporini


"Mi relación con el ferrocarril es de familia. Mi arbol genealógico está todo poblado de ferroviarios. Mi abuelo llega en el año '20 a Deseado. Primero había intentado en el año '10 pero vuelve a España y después se viene ya con toda la familia en el año '24 e ingresa en el ferrocarril como guarda. Y desde entonces hasta casi el año '50 fue un obrero ferroviario más. Tuvo seis hijos (cuatro varones) de los cuales tres estuvieron vinculados al ferrocarril, y uno de ellos fue mi padre"
(Ricardo Vázquez, presidente de la Asociación Ferroviaria 20 de septiembre

"Para este ferrocarril se construyeron en Düsseldorf (Alemania) diez tanques de agua de 40 mil litros cada uno para Puerto Deseado. También se fabricaron locomotoras nuevas en Saint-Pierre para este ferrocarril, así que ¡mirá la importancia que tenía este ferrocarril! Y lo que hubiera significado para la Patagonia y para la Argentina si se hubiera concretado el proyecto que preveía un ramal desde Puerto Deseado hasta el lago Nahuel Huapi, según esta gran concepción de Ezequiel Ramos Mexía.
"Yo tengo un recuerdo extraordinario por haber hablado mucho con don Adriano Blanco (un gallego de origen) que fue el que hizo el primer puerto en cota cero, para hacer en 1909 la descarga de los materiales pesados para la construcción del ferrocarril, de las vías y de los durmientes.
"Este señor carpintero, además, hizo el galpón de Talleres e hizo -con unas grandes vigas- una transmisión provisoria para que todas esas máquinas ya pudieran prestar servicio a la construcción del ferrocarril; porque había un sinnúmero de cosas que hacer, casas, galpones... Así que hizo una construcción provisoria (para después hacer una definitiva bien) pero esa construcción provisoria de cabriadas para la transmisión por poleas, después durá hasta que por una circunstancia se quemó en 1970 y algo".
(Pedro Urbano)

"Papá entró al ferrocarril en el '49 o '50. Yo nací en 1961. En el ferrocarril, como todo el mundo, empezó de ayudante trabajando en las cuadrillas, fue ascendiendo y toda su vida hizo trabajos de foguista, después fue maquinista de hecho y se retiró como maquinista, cuando cerraron el ferrocarril. Su vida era esto, era el ferrocarril. Te imaginás el dolor de que cierren y tener que cambiar su oficio de maquinista e ir a barrer las calles; no porque sea una vergüenza barrer las calles sino porque era su oficio".
(Carlos Santi)

"Mi marido fue un ferroviario de alma. Yo creo que si él viviera ahora, se la pasaría dando vueltas por la estación. Picaría las piedras de tanto caminar.
Juan era fanático, fanático del ferrocarril, y los tres hermanos Junyent eran ferroviarios.
Eran Juan, Jaime y el último, Marcelo, que también era conductor en Comodoro Rivadavia...
Siempre me acuerdo de que, cuando era invierno, le preparaba una vianda caliente a Juan para que se llevara cuando iba a trabajar. Y recuerdo que Juan al principio no quería llevar a nuestros hijos en el coche motor, para que nadie pensara nada malo, pero los empezó a llevar cuando eran más grandes, y la locura de Jorge era sentarse con el padre y mirar cuando cruzaban los guanacos, los avestruces, él se desesperaba...
Y cuando mi esposo hacía el trayecto hacia Las Heras, la gente, los hacendados, le daban cartas, documentos, para que transportara; cosas que no le podían dar a cualquiera. Lo querían mucho".
(Guillermina Basanta de Junyent)

"Había todo acá: carpinteros, herreros, todo; el taller éste era completo. Cada uno tenía su sección. Había trabajando doscientas y pico de personas entre todo el conjunto, con el Jefe de Estación. El Jefe de Estación era el que hacía todo lo que estaba relacionado cuando la locomotora venía, había que hacer desvíos. Cuando llegaba un tren dejaba, por ejemplo, la carga para esos pobladores en el desvío y seguía. La parte de los vagones que correspondía quedaba ahí hasta que volvía el tren otra vez. Y después: la parte contable, el pesaje, la carga, los kilos que llevaba el tren, los boletos, porque también despachaban boletos para la gente que quería venir a Deseado o para arriba. Después tenían que bombear agua, viste esas torres altas que hay, eso lleva un motor a explosión, trabajaba con kerosene, había que mover unos volantes grandes y poner un calentador abajo para que caliente bien el combustible en una tromba que tenía ahí".
(Víctor Temporelli)

"Cuando llegué a Tellier tenía 28 años, y me ponía la gorrita esa de jefe de estación, me hacía el canchero, medio pintón que era en esa época. Y los días que llegaba el coche-motor venía la gente de todas las chacras, a charlar, a esperar a los amigos, a ver como llegaba el tren... Había gente que iba a conversar o a mirar nomás".
(Marcos Arias)

"Acá no vino nadie de afuera a hacer nada; todos los empleados de acá fueron los que hicieron las reparaciones. Y no solamente el mantenimiento sino las reparaciones generales. Mirá, yo te digo una sola cosa nada más; por ejemplo, en una reparación general de una locomotora hay que hacer torneado de ruedas, hay que hacer un montón de cosas. Y hay que cambiar todos los estay; ¿vos sabés lo que es el estay? Va en la caldera, en la parte de adentro. En la parte de afuera va el agua y va la locomotora y lleva un bulón, es lo que mantiene la parte de adentro del agua, donde se calienta el agua. Teníamos que cambiar todos los estay, y eran 1200 estay. Así que, ¡mirá vos el trabajo! Esa era solamente una de las cosas que había que hacer en la reparación general de una locomotora. Eso en Talleres".
(Antonio Lamas)

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