martes, 7 de agosto de 2007

Personajes de Puerto Deseado/ COSMOS PANDO, COMERCIANTE Y PERIODISTA

COSMOS PANDO: MI PADRE
Por Felicita Pando de Castro

Nació un 25 de Noviembre mientras corría el año 1916 en un lejano y frío pueblo sureño que, con sus jóvenes 31 años ignoraba que mucho tiempo después sería la capital de la última provincia continental de nuestro país: sí, aquel pueblo era Río Gallegos, donde el pequeño Cosmos, o Lolín, para sus familiares más cercanos, aprendió a dar sus primeros pasos.
Cuando casi cumplía dos años, sus padres decidieron surcar otros horizontes, buscando nuevas oportunidades laborales para Don Manuel Pando y mejor clima para criar a éste y a los hijos por venir junto a doña Marcelina Rodríguez de Pando. Así se vinieron a Puerto Deseado, donde consiguieron un terreno cercano al puerto, por ese entonces polo principal de trabajo y desarrollo. Con sus propias manos fueron levantando, bloque a bloque y de a poco, la casita que necesitaban parta albergar a sus cinco hijas y cuatro hijos que completaron la familia.
Estoy segura de que el carácter tesonero de papá, algo que yo también heredé, se forjó viendo trabajar a sus padres, con verdadero ahínco, demostrando que cada cosa que uno ansía la puede lograr con el propio esfuerzo y la honradez como método.
Papá fue: viajante de comercio, vendía en toda la zona, desde Comodoro Rivadavia a Río Gallegos, productos lácteos imperecederos de la marca CHE-ROGA , y almanaques de la firma González Arias - Hnos., ambas de la Capital Federal. En el año 1.956, al enfermarme yo de la vista, para incrementar sus ingresos y poder llevarme a un buen oculista a Comodoro Rivadavia, trabajó de apuntador en el puerto logrando así su objetivo.
A la par de estas actividades y sin dejar una por otra, ejerció el periodismo su gran amor. Desde muy joven, cuando la imprenta estaba donde actualmente se encuentra el salón del club Ferrocarriles, entró allí a trabajar y esta labor lo fue atrapando. Más tarde consiguió tener su propio periódico: "El Pueblo" y fundó también "El Lashereño", este último de carácter netamente social y que tuvo efímera vida. Pero "El Pueblo" lo acompañó hasta el final; tal es así que cuando el falleció el periódico estaba ya impreso y, a nuestro pedido, se lo retuvo unos días antes de ser repartido.
A pesar de que sólo había asistido hasta el cuarto grado de la escuela primaria, papá tenía muy buena ortografía y escribía a máquina con relativa velocidad utilizando solamente los dedos índices. Buscaba la noticia apenas tomaba conocimiento de algún hecho, con ayuda o no de sus "informantes", pero verificando el tema antes de escribir algo. Como periodista conoció a mucha gente importante de la época, especialmente de la política. Recuerdo que más de una vez, ha almorzado en casa el primer gobernador de nuestra provincia, el Dr. Mario Cástulo Paradelo. Pero él no podía con su genio, si tenía que "darles leña" léase criticarlos, lo hacía; por el contrario; cuando se lucían por una buena acción los felicitaba. Esto sucedía con todos en general, aunque alguna vez hubiesen compartido alguna meza.
Tenía en especial una columna que, bajo el título de "DESDE MI ATALAYA" y el seudónimo de ROM. P. PEINEZ desarrollaba los temas más urticantes de la actualidad. Nadie jamás supo que era el mismo su autor.
Otras facetas forman parte de su vida:
a) Él era ateo, pero permitió que sus dos hijas fuéramos bautizadas, confirmadas e hiciéramos la comunión y, cuando nos casamos a ambas nos llevó al altar nuestro amado abuelo don León Soto Lamana y papá nos esperaba en la puerta para damos su beso y abrazo emocionado. Aún así era muy amigo de sacerdotes, con los que hablaba de todo, pero si empezaban a querer convencerlo, ponía punto final a la charla. Muchos años después de su partida y conversando acerca de él con el querido padre José Koltun me dijo algo que me emocionó: "yo no conocí a tu papá, pero por lo que escuché acerca de él te voy a decir esto: si cuando vos te mueras vas al cielo estoy casi seguro que lo vas a encontrar allá". Ese día quedé sin palabras, pero ahora preguntó: "José, lo encontraste?"
b) Colaboraba con todo el mundo, solía traer a casa números de rifas de clubes o escuelas, con los que no recuerdo que alguna vez haya ganado algún premio, pero no importaba, él se sentía contento porque los había ayudado. Era socio de todos los clubes y, al fallecer su velatorio se realizó en el Club Bolístico Covadonga, del que era Presidente por segunda vez.
c) Como también era comisionista, realizaba trámites a infinidad de personas, ya sea en la Capital. Federal como cierta vez en Uruguay. Solía llevarles dinero a jóvenes que estudiaban en Buenos Aires y a más de uno "cubrió" al no decirle a los padres que el estudiante no pasaba siquiera por la vereda de la Universidad. En un viaje a Montevideo fue tratado como un rey en el hotel en que se hospedó, porque creían que era un rico descendiente de la poderosa familia Pando que dio nombre a un Departamento de ese país. Él, por supuesto, gozó divertido de su estadía sin sacarlos de su error.
d) Su faceta divertida asomaba cuando en alguna fiesta le pedían que cantara en
Turco, entonces descollaba cantando "Barcanta c ama amuraste en la major de mi vida..." y otras. También recuerdo que le encantaban las canciones de Leonardo Favio, que por ese entonces se iniciaba con "Hoy la ví, fue casualidad..." u "Hoy corté una flor y llovía, llovía..."
Hoy en mi adultez, mirándome hacia adentro, veo que gracias a Dios heredé muchas cosas suyas, como ser:
1) Sé que todos los seres humanos somos iguales y solamente nos diferenciamos en Buenos y Malos.
2) Que no debo juzgar a nadie pues yo también puedo cometer errores.
3) Que siempre hay que ayudar a quien lo necesita, y si no estaba tan necesitado realmente, igual se acordará de nosotros porque nos "embromó", no importa, igual nosotros lo ayudamos de corazón.
4) Que siempre que queramos algo en la vida, el NO ya lo tenemos y debemos ir por el SI.
5) Que con el ejemplo de honradez que me dejó porto con orgullo mi apellido.
6) Que el estudio que me permitió adquirir es otra herencia que llevaré conmigo para siempre.
7) Que con la educación que me dejó, aún practico el saludo diario, el "por favor", el "gracias", etc; aunque a veces me miran raro porque son expresiones que ya no se usan, no sé por qué.
Espero que esto sirva para recordarlo a quienes lo conocieron y para conocerlo a los que no, aunque solamente es un escrito en memoria y homenaje de un hija a su padre.

EMOTIVO RELATO DE OSCAR BIDABEHERE/ "Camino a la eternidad"

Relatos deseadenses
CAMINO A LA ETERNIDAD



Esa mujer. Camina, se desliza, sin pausa ni resuello por la rambla. Todo en ella es un canto a la perseverancia que derriba murallas. La soledad no la amilana y su silueta alargada me recuerda una pintura del Greco. Mientras lo hace, contempla el mar, ese ir y venir de las olas que se estrellan contra la escollera marplatense. Ese mar que lleva en las entrañas, con sus sonidos, aromas y aires de distancia sin fin. El vaivén acompasa sus pasos. Para acariciarla, el viento se viste de brisa y la besa en la boca insuflándole su fuerza. Ella bebe gozosa aquello que la hace sentirse viva . Otras veces la zamarrea con furia, amenazando quebrar su menuda figura. Con esa música aprendió a arrullar a sus hijos cuando pequeños, la misma melodía familiar de los tamariscos batiendo palmas, ora en la quinta de su infancia, ora en las cortinas de álamos que rompían la monotonía de esa tierra arcillosa donde construyó el refugio junto al compañero de su vida. Fue en Astra, el campamento petrolífero, faro de luz que ilumina esa geografía de pálido semblante, lugar medular en su vida.-
Siempre el viento y el mar. Pareja inseparable, como la sombra al cuerpo. Vino a cuestas de sus ancestros pero sin el verde frondoso de la tierra asturiana y la han acompañado en todas las estaciones de su peregrinar. Isabel, es ella, esa mujer. Infatigable compañera de la alegría, es un secreto a voces que ahí reside la fuente inagotable de su longevidad. Dueña de los silencios, en las antípodas del grito y los estallidos emocionales. Hoy hay noventa velitas, que no se apagan, en su homenaje. Y si como dicen la alegría prolonga la vida e ahí un testimonio en cuerpo y alma.
Corría el año 1916, Europa temblaba con la gran guerra, Argentina celebraba el centenario de la independencia y expiraba el gran poeta que enamoró a América: Rubén Darío. Justo faltaba un año para la Revolución de Octubre que llevó a la cima a los de abajo, a los humildes, a los sin voz. Hay un anticipo de este alumbramiento jubiloso. Primavera florida, la mañana del diecinueve de octubre cual capullo de rosa nacería Isabel. En el balneario marplatense reaparece triunfal Gardel, poniéndole la cadencia del tango a la vida nacional. Bellas melodías para acunar a la beba al compás de la púa viboreando en la vitrola. Entre tanto los gorriones se desperezaban chapoteando en la laguna, haciendo la fiesta completa. Papá Lisardo no se equivocaría al ungirla con el nombre de su amada. Intuía que aquel retoño llegaría más lejos que nadie. Eran seis hermanos con Honorino a la cabeza y Amor, mi madre, la más pequeña. Luego vendrían Nando, el primero en abandonar el mundo de los vivos e Inés, Negra, la benjamina del grupo. La casa materna, de chapas grises y madera cálida, se templaba con una cocina a leña y estaba levantada antes de descender a la quinta de frutales y hortalizas custodiada por una cortina de tamariscos. A la vera de un ciprés centinela, un molino en puerta, para regar los escalones sembrados, en pendiente hacia la laguna que como un inmenso ojo de sal reflejaba el entorno. Junto a la casa deambulaban las chivas que proveían la leche entibiando las mañanas de invierno y la nata para untar el pan que mamá Isabel, horneaba en el horno de barro. La mesa nunca estuvo vacía para la voracidad de aquella tribu de saltimbanquis, ni aun cuando su padre fue despedido por el ferrocarril a consecuencia de la solidaridad con los huelguistas de Facón Grande. Es que el hombre era un socialista de ley que debió emigrar de su patria por no ser obsecuente. “Mi papa tenia ocho años cuando ya llevaba en una canasta el almuerzo a las puertas de la mina”. Los mineros subían de las galerías a recibirlo. El joven creció en ese mundo tiznado. Un día de 1906 estalla la huelgona y Lisardo no duda en plegarse. La derrota obrera trae una ola de despidos y aquél, habiendo doblado apenas los veinticinco años, fue a parar a la calle. Un vecino, de esos buchones que nunca faltan, se ocupó de marcar a los adherentes ante la patronal .Todas las mañanas cuando el susodicho marchaba a la mina, lo seguía una corte de mujeres al grito de “Carnero, Carnero! Lisardo no pudo resistir tanta injusticia y le dijo a su compañera, mejor me voy porque sino a este lo mato. Y vino a hacerse la América con su amigo Álvarez. Punta Arenas, en Chile, recibió a los mineros. Cuando el trabajo mermó llegan noticias de la construcción del ferrocarril en Puerto Deseado y hacia allí marcharon. Mientras tanto la joven Isabel quedó en Asturias con su suegra trabajando de modista. La modalidad era instalarse en la casa de sus clientas, por una semana ó más, a coserles la ropa. El pequeño Honorino, su primer hijo, la acompañaba. La espera se hizo larga como la distancia que los separaba, todo un océano. Por fin su marido, luego de un intento fallido donde destinó los ahorros de años para paliar la enfermedad de un compañero en apuros, la llama. La mujer hace esas miles de millas, en barco, con su hijito. Tortuoso y agitado seria aquel viaje, espantando las cucarachas que recorrían dueñas y señoras los pasillos y se subían a las literas. Campeaba el hacinamiento, abigarrados se alentaban unos a otros. Encontrarse con su compañero era lo único que importaba y la ayudaba a disimular los sinsabores. El puerto de Buenos Aires los recibe con su hosquedad, solo importaban como fuerza de trabajo. ¡Cuanto desamparo para aquel joven corazón! ¿Podemos imaginarnos a algunos de nosotros embarcados en tamaña epopeya? Los amontonan en el Hotel de los Inmigrantes. Separaban a las mujeres de los hombres. Su hijito es ubicado con los hombres. Una prueba más a rendir. Mirándola con benevolencia, la comida resultaba indigesta. Entonces tomaba de la mano al pequeño y se internaba por las calles del bajo porteño a buscar alimentos más saludables. No sabía lo que le esperaba hasta que su esposo la llama y nuevamente se embarca. El destino Deseado. Cuando arriban, el paisaje no podía ser más contrastante con la lejana Asturias. El verde brillaba por su ausencia. Y la mujer desalentada dijo”: yo me vuelvo”. Pero, como sabemos, la historia fue otra.
La crónica continúa, amena, con la lucidez que le otorga Isabel, nuestra chispeante narradora y confidente. ¿Qué mas decir de ella? La mujer de las cazadielles para retoce del paladar. Esos sabores con identidad propia, amasados en los valles de Mieres y a la sombra azabache del carbón que curtió las manos de su padre. La que atesora la memoria familiar. La que un día me habló de Pangaré y su travesía por aquella laguna escamosa y blanca como la sal, que se extendía al pie de la hondonada, en la quinta de sus padres. Aquel caballo era la monta de su hermano en las cuadreras. Curiosa, se mareaba cuando Honorino lo vareaba dando interminables vueltas a un tronco clavado. Osado, el animal se impuso cruzar rumbo a la quinta y es cuando Lisardo padre, desenfunda la escopeta y la emprende a los tiros para espantarlo. La escena queda congelada para la posteridad, como una foto sepia. Su memoria guarda cuidadosamente aquellos momentos. Son destellos imperdibles como cuando golpeó la puerta de su casa un joven enfundado en un traje de cazador piamontés, la escopeta cruzada en la espalda y un par de botas relucientes. Tal atuendo quizás era para darse ánimo o cobrar una cuenta pendiente. Vaya sorpresa. Venía a pedir la mano de su hermana mayor, Ovidia. Hasta ahí Isabel pensó “este nos va a matar a todos”. Víctor, de él se trataba, había apelado a la formalidad para impresionar a su futura desposada y a sus padres.
Las muñecas eran artículos ausentes en una infancia de privaciones. Pero la magia llega un día cuando les trajeron a las mellizas, Rosa y Blanca, y por supuesto a ella, Isabel, unas hermosas muñecas, cabeza cerámica y cuerpo de tela rellena. La emoción las sacó del mundo real, jugaron hasta que la luz del día fue arrebatada por las sombras de la noche. Abstraídas suspendieron el juego dejando a las precursoras de Barbie descansando sobre los rieles por donde pasaba el tren. Almohada de hierro si las hay. Su casa era por ese entonces la estación ferroviaria donde su padre oficiaba de jefe. Tellier el lugar. Apenas despuntó el día pasó la locomotora envuelta en vapor, rumbo a Las Heras, aplastando despiadadamente las muñecas. Grande la frustración de las pequeñas que derramaron alguna lagrima ante lo irreparable. Como habrá sido el impacto que sobrevivió el recuerdo en el diario de Isabel. El rosario de anecdotas no se agota. Un día, Lisardo padre, los reunió a todos y sentenció: los reyes magos son los padres, así sin dar lugar a ninguna especulación, cerrando el camino a la ilusión de la llegada de aquellos trashumantes cargados de regalos. Uno de los días más tristes, rememorara la entonces pequeña Isabel. Ya para eso habían urdido una emboscada para gozarlo a su hermano Lisardo, siempre turbulento en sus reacciones. Enero, Noche de Reyes, con la asistencia de Tío Francisco juntaron pasto y pusieron agua para los camellos viajeros. Todos habían puesto los zapatos. La mañana estaba en pañales cuando Lisardito salta de la cama y ve algo que brilla en su lustroso calzado, se acerca conteniendo la respiración, toma el presente, es un reloj de pulsera y se le ocurre mostrárselo a sus hermanas, más cuando lo mira mejor cae en la cuenta: ¡Es el reloj de papá! , exclama, entre indignado y decepcionado. Vaya ocurrencia y el cotorreo impiadoso de sus hermanas que vigilaban tras la puerta, con Isabel a la cabeza. Van a la escuela y vocean el pregón: “los reyes son los padres”, algunos de los compañeros ya lo sabían pero aseguran: “nosotros ponemos los zapatos igual, por las dudas”. Así se iban tejiendo las andanzas de nuestra pequeña Isabel, como cuando tomaron a su sobrino Chocho, el hijo de Víctor y Ovidia, como blanco de sus chanzas. También para Reyes, le pusieron en sus zapatos un fuentón con un jabón. Toda una invitación a bañarse. Niños al fin, con ese desparpajo rayano la crueldad. En ese clima creció y fue haciéndose mujer. Y el destino golpea a su puerta. Los fríos inviernos habían hecho mella en sus pulmones. La “tía Amor” la acogió generosa en Comodoro, la meca del petróleo. Aquella pequeña mujer oficia de Celestina involuntaria. Su madre había enviado a la joven para que se recuperara. Los duendes del amor se hicieron presentes y con ellos José que guardaba un acento castizo que se le había pegado en su residencia española. Aquella mirada penetrante que se conjugaba con una sonrisa seductora le atravesó el corazón. El encuentro los envolvió como un vendaval que terminó fundiendo sus vidas. Los primeros escarceos, con sus idas y venidas, balbuceos y la pasión los unió para siempre. Y vinieron los hijos, Isa y Ricardo. Ambos heredaron algo de aquella sonrisa pícara, una invitación a la jovialidad que disipa los enojos. La rueda de los años giró raudamente, con esa vertiginosidad que a veces nos hace derrapar. Vinieron los nietos y luego los deseos de emigrar a donde el sol calienta, mar y arena, un paisaje que se nutre con una muchedumbre ávida de serpentinas.
Luego vinieron los cimbronazos de las partidas no queridas. Sismos en el alma que asolaron a su hija. ¡Aleja de mí este cáliz!. Dirá el poeta. José ya no estaba, antes, ella se había puesto en samaritana para acompañarlo en su dolor. ¿Qué hacer? La ternura se esfuma, todo es áspero y húmedo. ¿Hay más allá? ¿Nos estarán esperando? Vaya preguntas. Puntos suspensivos. Había nacido en un hogar sin espacio para Dios. ¿Será el momento de creer? Cada cual encuentra la tabla donde asirse para sobrevivir al naufragio. Esa tenacidad que no se doblega la distingue, es algo que trae desde la cuna, lo aprendió de su padre que hizo de la solidaridad una causa. Supo navegar en un mar embravecido, tomando la posta se ubicó en la proa de una nave que fue construyendo con sus hermanos. Vinieron las deserciones. Las hojas del árbol fueron cayendo otoñales. La vida es así, con sus soles y terremotos. Alguien tenía que tomar el timón. En la retaguardia solo queda Negra para acompañarla. Pero estamos nosotros, todos, para empuñar los remos, para seguir, aunque el viento no amaine. Ella nos ha enseñado que aunque pase el tiempo hay algo que no envejece: la capacidad de amar y esa chispa para sazonar las arideces que nos rodean. A mí me alcanza esa tibieza, su aliento entre tantos puños crispados, sus brazos abiertos en cada encuentro, esa risa contagiosa mechada de ocurrencias que mitigan las ausencias y mantienen vivo el recuerdo de mi madre. ¡Oh Isabel, Reina mía, madre si las hay! Sos el puente entre un pasado añorado y un futuro luminoso que se agiganta imitándote.

Oscar Armando. Bidabehere
Olavarría, octubre de 2006

CONOCIENDO NUESTRA CASA/ Respeto y cariño

RESPETO Y CARIÑO
CONOCIENDO NUESTRA CASA, UN PROGRAMA EDUCATIVO INTERNACIONAL
Esta historia comienza en 1983. A raíz de hechos que mostraron cómo la comunidad se compromete en la defensa de su patrimonio cultural o natural en la medida que lo siente como propio, Marcos Oliva Day y su mujer, María Laura Gaona, a través del proyecto “Conociendo Nuestra Casa”, proponen generar acciones para desarrollar, en la niñez y la juventud, el sentimiento de pertenencia y cariño por el lugar donde viven.

“No se puede querer ni cuidar aquello que no se conoce”.
Desde entonces, “Conociendo Nuestra Casa” trabaja ininterrumpidamente expandiendo su acción, que ha beneficiado ya en forma directa a más de 4.000 niños y jóvenes.
Su propósito central es desarrollar e incorporar valores a la vida cotidiana a través del conocimiento del medio natural y social y la práctica del voluntariado, teniendo a la naturaleza como maestra.
Ha recibido reconocimientos gubernamentales, de centros educativos y de organizaciones líderes de la sociedad civil. Este Proyecto comienza a funcionar en el año 1983, de forma ininterrumpida hasta la actualidad, en Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz. La iniciativa es emprendida por un grupo de socios del Club Náutico “Capitán Oneto”, reunidos actualmente en la Fundación “Conociendo Nuestra Casa”.
En ese momento comienzan a impartirse cursos teóricos en los 6tos. y 7mos. años EGB de la Escuela Provincial N° 5 “Cap. Oneto”, y cursos prácticos de actividades náuticas en la ría local, a través de la mencionada entidad deportiva. Posteriormente se traslada el curso a los cuartos años EGB y se extiende a todos los colegios.
Este emprendimiento congrega a niños y jóvenes, sin distinción social, a los que se les brinda un espacio donde desarrollarse personal y socialmente, tanto desde el aspecto cultural como deportivamente.
En la actualidad este proyecto se aplica en todas las escuelas primarias de la localidad, abarcando, por año, una población infantil estimada en más de 300 alumnos de todos los 4° años EGB de las escuelas primarias existentes (5 en total), desde el mes de agosto hasta terminar el ciclo lectivo anual. Las clases teóricas están a cargo de instructores adolescentes, supervisados por un docente especializado y capacitados, a lo largo del año, en forma previa, con regularidad semanal, en los temas del programa.
Los aspectos prácticos involucran a unos 150 jóvenes aproximadamente, de 5 a 16 años. Unidos bajo el lema “Respeto y Cariño” participan de entrenamientos que se imparten en el predio del Club Náutico y en la Ría Deseado. Este comprende clases de kayak y vela y salidas en botes neumáticos, empleando elementos propiedad del Club y de libre acceso para los participantes.
Las prácticas comienzan en el mes de septiembre y duran hasta cuando el clima lo permita, promediando en muchos casos el mes de abril del año siguiente. Durante el período escolar, las clases se imparten los fines de semana; a partir del receso de vacaciones, los cursos se extienden a seis días a la semana. Los instructores y colaboradores mayores de edad son becados por la Institución, premiando su voluntariado.
En las charlas teóricas y en las actividades prácticas, colaboran antiguos vecinos, geólogos y biólogos del lugar, así como también conservacionistas, antropólogos y arqueólogos que visitan la zona con frecuencia regular. Estos profesionales brindan conferencias específicas o los guían en trabajos de campo especialmente diseñados, complementando de este modo las nociones teóricas impartidas en el ámbito escolar.
Desde los aspectos teóricos esta propuesta educativa incluye conocimientos de historia, geografía, flora y fauna regional. Ética y educación cívica. Educación ambiental. Legislación sobre el patrimonio natural y recursos legales para defender el medio ambiente.
Los aspectos prácticos comprenden: Salidas de campo, identificación de accidentes geográficos, avistajes de fauna, visitas educativas, trabajos en conjunto con otras ONGs, limpieza de lugares públicos, campamentos, cursos introductorios al Proyecto “Conociendo nuestra casa” en otras localidades o con delegaciones que visitan la localidad y travesías por distintos lugares de la Patagonia argentina y chilena, oportunidades que se aprovechan para difundir el proyecto. Los navegantes del proyecto han surcado las aguas del Río Santa Cruz, Canal de Beagle, Lago del Desierto, Río de las Vueltas, toda la costa de la provincia de Santa Cruz, Estrecho de Magallanes, Estrecho de Le Maire, Isla de los Estados, Río Deseado, desde sus nacientes hasta el mar. Han cruzado de sur a norte el Lago Buenos Aires-Gral. Carreras y efectuado expediciones en los lagos Belgrano, Viedma, San Martín, Posadas, Pueyrredón-Cochrane, y bajado el Río Baker hasta el Pacífico, llegando hasta Puerto Edén, refugio de los últimos Kaweshkar o Alacalufes. Han cruzado el Cabo de Hornos y navegado a vela a las Islas Malvinas y la Antártida.
Durante estas travesías, además de acumular experiencia marinera, han efectuado informes sobre la fauna avistada, estado de conservación del medio-ambiente y sitios arqueológicos encontrados. De este modo se ha colaborado con distintas universidades argentinas y del exterior, con museos y con distintas organizaciones científicas y entidades dedicadas al estudio y preservación de la naturaleza. Los reportes, así como los documentos fotográficos y fílmicos de las expediciones, a la vez que retroalimentan los cursos, contribuyen a divulgar las bellezas paisajísticas y atracciones turísticas de Puerto Deseado, Santa Cruz y la zona patagónica.

RECETAS PATAGONICAS/ El luche, la lechuga de mar

RECETAS PATAGONICAS/ Algas en la cocina
Obtención de Porphyra
En los meses de invierno y principios de verano es posible encontrar en la zona rocosa de Chubut y Santa Cruz hermosas láminas de Porphyra columbina. Para recolectar estas plantas se recogen las láminas tratando de no arrancar la base, que es la parte más dura y puede tener arena. Conviene lavar las láminas directamente en el mar, enjuagándolas muchas veces hasta que estén absolutamente limpias. Si no es posible, el lavado se realiza en casa con agua dulce o con agua salada. Otra alternativa es comprarla seca -como "luche"-.

Preparación de Porphyra molida
La siguiente receta para preparar Porphyra seca a partir de las plantas frescas va pasando oralmente de una a otra persona. Este producto molido puede ser añadido a muchas comidas de la cocina de todos los días.
Hay que separar los talos sobre asaderas y secarlos en el horno con la puerta abierta hasta que estén crocantes, cuidando que no se quemen. Este paso debe ser realizado teniendo la precaución de que las algas no estén encimadas, para que el proceso de secado sea rápido. Cuando el secado está en su punto las láminas apenas tostadas huelen suavemente a marisco y pueden disgregarse con la mano en pequeñas escamas parecidas a las del orégano. A medida que una tanda de algas se seca se van agregando otras. Las algas secas y molidas con la mano se embolsan o se introducen en frascos cerrados para su uso posterior.

Usos de Porphyra molida
Para empanadas de carne o pollo: agregar una taza de Porphyra por docena de empanadas.
En salsas para pastas: agregar media taza de Porphyra molida, luego del tomate.
En guisos: agregar media taza de Porphyra diez minutos antes de retirar del fuego.
Sobre arroz blanco: espolvorear reemplazando al queso rallado.
Sobre todo tipo de canapés: espolvorear para obtener un excelente color castaño (es más barato que el caviar).
En ensaladas de tomate fresco, de pepino, de lechuga blanca, de coliflor y otras similares: utilizarla como aliño mezclada con salsa de soja y vinagre.
El alto contenido de proteínas de Porphyra y su casi nulo contenido en lípidos la convierten en un óptimo sucedáneo de las carnes en dietas que evitan el colesterol.

Preparación del luche
En Chile se consume Porphyra columbina bajo la forma de luche. La siguiente receta fue aportada por el amigo chileno Ricardo Paredes.
Las hojas de Porphyra recogidas en la costa deben lavarse muy bien, primero con agua y sal y luego con agua dulce, repitiendo esta operación varias veces.
A continuación se cocinan muy lentamente al vapor, de manera similar a la cocción de mariscos.
Colocadas en un molde se introducen al horno, a fuego lento.
De esta manera se obtiene un pan de Porphyra. Esta es la forma como se comercializa en los mercados regionales como "luche".

Empanadas de luche y pollo
La receta original de estas empanadas fue aportada por María Luz Piriz, de Puerto Madryn. Ha ido cambiando con el tiempo, pero resulta muy buena en todas sus versiones.

Ingredientes:
Doce tapas de empanada (que no sean de hojaldre)
Dos cebollas grandes.
Un cuarto kilo de luche
Una pechuga de pollo.
Perejil
Laurel
Media taza de aceite
y Tres cucharadas de salsa de soja
o
Una cucharadita de ají molido
Una cucharadita de sal
o
Una cucharada de curry
Preparación:

Hervir el pollo en agua con sal, perejil y laurel. Escurrirlo y picarlo fino.
Cortar el luche en tiritas y picarlo un poco. Picar y freír las cebollas en aceite. Agregar el pollo y después el luche. Condimentar con la salsa de soja, o con sal y ají molido, o con el curry.
Dejar enfriar este relleno.
Luego armar las empanadas y se cocinarlas al horno, sobre una placa ligeramente aceitada.

Papas con luche
Esta receta fue extraída del libro de comidas tradicionales de la Isla de Chiloé "La papa está aquí", escrito por Emiliana Cárdenas.

Ingredientes:
Un cuarto kilo de luche (preparado como se detalla más arriba o comprado en el mercado, si se encuentra)
Una zanahoria grande rallada
Un kilo de papas
Ajos
Una cebolla grande
Ajíes (de cualquier tipo)
Comino
Pimienta
Orégano
Aceite o manteca para freír
Preparación:
Remojar el luche y lavarlo muy bien. Pelar las papas y cocinarlas enteras. Freír el luche junto con los condimentos y la zanahoria rallada. Servirlo con las papas.

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