sábado, 15 de noviembre de 2008

LETRAS DE HUGO GIMENEZ AGUERO/ HUELLA DE AMOR

HUELLA DE AMOR
Huella
Que paloma viajera
Surcaba en el cielo
De aquella tarde
Cuando me fui del pago
Serrano y verde
De mi Barlcarce
Con un par de Alas nuevas
Levante vuelo
Y fue mia la huella
Con las estrellas
Del ancho cielo
Y conoci la nieve
Con sus escarchas
Y una luna tan bella
Que me emborracha
Un cerro majestuoso
Un glaciar azulado
Y un corazón abierto
Por el desierto
Y enamorado
Laralailaralairala
Laralailara
Y un corazón abierto
Por el desierto
Y enamorado

Que buscaban mis ojos
Por la cosecha
Delos caminos
Que querían mis sueños
Cuando eran dueños
De mi destino
Enancada en el viento
Y en mansas gloria
Se apareció en mi vida
Con su grandeza
La Patagonia
Y me entregue a esta tierra
Pero no olvido
La ciudad de Balcarce
Donde he nacido
Y si hoy soy de estos pagos
Donde al fin he crecido
Mi corazón abierto
Por el desierto
Lo he decidido.
Laralailaralairala
Laralailara
Donde al fin he crecido
Mi corazón abierto
Por el desierto
Lo he decidido.


Información y contrataciones: www.hugogimenezaguero.com.ar

HUGO GIMENEZ AGUERO, CANTO DE RAIZ PATAGONICA

HUGO GIMENEZ AGUERO


CANTO DE RAIZ PATAGONICA


Hijo de Vicente y Lorenza Agüero, oriundo de Balcarce (Prov. de Bs. As.), nacido el 25 de Agosto de 1944, pero fiel a su ferviente apego a la Patagonia adoptiva, dice que es de Río Gallegos, porque expresa: “Nacer en un lugar es un accidente, ser de un lugar es una decisión de amor”.
Fue el quinto de ocho hermanos y se llamó Hugo Jorge Giménez. El Agüero fue adosado a su identidad cantora como homenaje filial a Doña Lorenza.
Hugo Giménez Agüero dice no saber exactamente de donde viene su pertenencia al canto y a la música, pero, recuerda que de chiquito (tres años) ensayaba los primeros sonidos de su pequeña voz, cosas como “La vieja serenata” o “Al pié de tu reja”, con una guitarra de juguete, se presentaba en el comedor de la casa paterna. Cantó en los actos escolares y en improvisados “recitales” en los galpones, rodeado de sus compañeritos de entonces.
A eso de los doce años, escribió su primera canción como jugando.
Su otra pasión, la locución. recuerda que “desde chico hacía locución con una latita de conservas e imitaba números de circo” cree haber sido artista antes que cantor. Con el correr de tiempo aparecieron otras cosas: zambas, milongas, “cosas que componía”.
A los 16 se fue de Balcarce. El primer punto de aventura fue Montevideo y luego la provincia de Buenos Aires, con la guitarra a cuestas y su primer encuentro con el público. en el 62, los esbozos de una carrera profesional se dieron con un trío: “Los Reseros”, que Hugo integró junto a Garrido y Cruz. Las presentaciones fueron hasta el ´64, cuando le tocó el servicio militar. La “colimba” fue en Río Gallegos. Allí fue la revelación de un mundo que lo marcaría para siempre: LA PATAGONIA, dice: “Ahí me quedé para siempre” y agrega: “ahí nací de nuevo, crecí como persona, como hombre. Siempre estoy mirando al Sur. creo que el sur es un lugar que cuando lo conocés, te hace parir. Es como si tuvieras el hijo de la raíz”. “Ser de Santa Cruz es un orgullo y una decisión propia”.
En el viaje hacia Santa Cruz nació su primera canción con temática patagónica. se llamó “Por el Sur de Piedra Buena”. Corría el año 1965.
En Santa Cruz comienza su otra profesión, la locución en L.U.12 Radio Río Gallegos. En 1966 comienza en L.U.14 Radio Provincia de Santa Cruz, la emisora oficial. También con mucho éxito realiza un programa de tango en televisión.
Mientras seguía componiendo temas para Santa Cruz, primero con ritmos de baladas o canciones, hasta que comienza a investigar la flora, fauna , costumbres de la gente del Sur. Había mucho y muy rico, pero le faltaba “el ritmo”, hasta que conoció a Oscar Giménez, un músico que recopilaba ritmos tehuelches por toda la Patagonia y a travez de sus cintas descubre la belleza de los ritmos indígenas. “Los paso a la guitarra, le pongo mi propia creación y empiezo a componer poesía referente a Santa Cruz”. Así el cantor empieza a insertarse en el mundo tehuelche..
Por esos tiempos aparece en su vida el estudioso Mario Echeverría Baleta, quien le enseña la lengua tehuelche. “Me enseñó también cada uno de los picaderos de flechas, cada uno de los asentamientos indígenas y los nombres de las plantas, arbustos e hierbas de Santa Cruz”, recuerda. Nace entonces uno de sus clásicos: Malambo Blanco.
Ganando para siempre en esta cosmovisión patagónica decide intensificar sus conocimientos. Es entonces cuando conoce a quien fuera uno de sus grandes amigos, un tehuelche llamado Maguer Cuaterno, uno de los últimos indígenas de esa raza. Con él comparte un viaje junto a su otro gran amigo Mario Guatti, con quienes recorre casi todo el territorio santacruceño, donde toma contacto con otras personalidades de esa raza, como Rosa Vargas, o don Rinahuel, entre otros.
Fueron treinta días vertiginosos de silencios que envolvían los climas y paisajes del sur, fueron treinta días de palabras en tehuelche. “Me enseñó a vivir la Patagonia, a conocerla”. Corría el año 1980. “Así fue como enriquecí mi obra”,“Empecé a cantar la lengua tehuelche” cuenta Hugo. Las chorrilleras, la milonga andina, el kaani, el malambo sureño, ya formaban parte de su canto.

Y ahora Buenos Aires y el canto de la Patagonia
En 1975 se traslada a Capital Federal, algo inevitable para todos los artistas: “Golpearse en Bs. As. era crecer” más aún tratando de mostrar algo nuevo y totalmente desconocido para el público de la Capital. Así es como, casi todos, hace todas las peñas y menciona una: La Salamanca, “ese fue un lugar inolvidable, donde la gente escucha al artista y éste crece con el público”. También paseó su canto por Universidades y circuitos turísticos. Por supuesto que no faltaban festivales y su favorito: Pico Truncado en Santa Cruz, festival que lo vió como animador, durmiendo al aire libre y años después con la guitarra y el decir patagónico, ya artista consagrado.
1982 lo recibe el escenario mayor, el FESTIVAL DE COSQUIN, tan ansiado para todo artista folklórico, y es distinguido con la mención a la autenticidad y Consagración COSQUIN 1982. En esa misma edición es designada revelación la Sra. Marta Pirén con: “Chalten”.
Pero antes, en 1979, tiene su primera posibilidad de llegar al sueño de un disco, y lo tuvo a través de Teodoro Cuenca y su sello “SONORO S.A.”, Hugo Giménez Agüero costeó los gastos de grabación y finalmente salió a la calle “Al Sur Santa Cruz” y poco después “Desde la Patagonia Austral”.
Pero este inquieto artista se dio cuenta de que el camino de su obra era a través de la autogestión. Formó entonces su propio sello discográfico: “NA-QUEL” y comienza su producción hasta el año 1996, ya que después sigue produciendo con otras compañías discográficas como SONY, EPSA, GLD, PHONOPAY, llegando a la fecha (dic.2007) al la obra Nº 20 de su carrera.

jueves, 9 de octubre de 2008

PATAGONIA/ Nota de Antonio Torrejón

Patagonia
Por Antonio Torrejón

La denominación geográfica "Patagonia", con la que se identifica a través de los siglos al extremo sur del continente americano, data de la primera hora de los descubrimientos en el sur del nuevo mundo; aparece su mención en las cartografías más remotas y su toponimia ha dado origen a una larga investigación y a conclusiones diversas.
El diccionario geográfico universal editado en 1828 en París, se ocupa de la Patagonia como: "País poco conocido de la América meridional que linda al norte con las Provincias Unidas del Río de la Plata, al este con el océano Atlántico y al oeste con el océano Pacífico. Fue descubierto por Hernando de Magallanes en el año 1520. A este país lo atraviesan de norte a sur los Andes. Sus habitantes son, por lo regular, muy altos, tienen el cutis color bronce, son bien formados y robustos".
Algunos estudiosos, como el doctor Vicente Fidel López, descifran el topónimo situándolo a partir de las voces de los pueblos dominadores del espacio sudamericano; así fue como, cediendo tal vez a la inspiración de su acendrado quichuismo, pudo dar la siguiente explicación: ""pata" significa colina, collado; y "gunya" es la partícula desfija característica de los plurales quichuas; "patagunya", significaría las colinas, o más bien, las tierras onduladas del sur".
El doctor Carlos Spegazzini, conservando el sentido de la orientación impuesta por el doctor López, dio una interpretación diferente al admitir una procedencia gentilicia a aoniken, añadiendo a su explicación el comentario, con el cual quiso justificarla, de que este pueblo tuvo relación con los quichuas, y más, fácilmente estaba bajo el dominio de éstos; entonces, los incas de cada tribu imponían el deber de dar cien hombres de armas. Los patagones habían sido divididos en tantos grupos de cien familias o centurias; eran entonces centurias como los pueblos del norte de Europa bajo el dominio de los romanos. Patakaoniken, o centurias de aoniken, era posiblemente el nombre que llevaban las tribus de los indios con los que tomó contacto Magallanes; de corrompido y alterado éste, surgió el nombre consagrado (aclaró que aoniken se llamaba así, igual la que nosotros conocemos por tehuelche).
Leoncio S. M. Deodat considera erróneos los orígenes que se tomaron en cuenta a partir de la lengua del Cuzco, demostrando que no tuvieron desde allí ninguna influencia y, si se quiere, poco contacto con las tribus del sur, agregando que la grafía de Patagonia mantiene hasta su pureza primitiva, su forma física es paleográfica. Es en puridad e indiscutiblemente un italianismo creado por el documentalista de la expedición de Magallanes, el vicentino Antonio Pigafetta. Lo prueba su esbozo cartográfico donde consta (de su escrito Regiones Patagonia), es decir, región de los indios patagones, o tierra de patagones, tal cual se lee el mapa de Diego Ribero del año 1529. Agregaba Pigafetta en su informe: "El capitano generale (título con el que aludía a Magallanes), nomino questi populi, patagoni". De este gentilicio (de notoria cuna lusitana) deriva el adjetivo patagonicho, otro italianismo cronológicamente posterior creado para calificar el nuevo estrecho según lo expresa el mismo Pigafetta al escribir: "Chiamassemo a questo streto el Streto Patagonicho" y lo dibuja en un mapa adjunto.
En la Bahía de San Julián, donde Magallanes tomó contacto con los habitantes del suelo patagónico, es donde nació el nombre de la región, allá por el mes de mayo de 1520, y quizá fueron los tripulantes de las naves desertoras de la expedición de San Antonio, los que transmitieron en 1521 (a su llegada a España) la existencia de estas tierras así denominadas. Existe también la posibilidad de que meses después, el propio Antonio Pigafetta, al entregar en persona al Emperador Carlos I su Diario del Viaje, le haya dado el documento que sería el registro bautismal.
La palabra Patagonia, por su constitución ortográfica no se desvirtuó ante el paso de los propaladores de distintos idiomas, y así la leemos como "Patagonien" y "Patagonichen", en alemán; como "Patagonicus" y como "Patagonum", en latín; "Patagonie" y "Patagonique", en francés y "Patagonian", en inglés.
El sacerdote jesuita Pablo Pastell ratifica la interpretación de que por las grandes huellas de sus pies llámalos Magallanes patagones y Lehmann Nitsche apoya este criterio al afirmar rotundamente que esta denominación se debe a que los tripulantes de Magallanes, cuando en la Bahía de San Julián, en 1520, observaron sobre las costas las huellas de algunos indígenas que les parecían tan desmesuradamente grandes que sólo podían corresponder a gentes gigantescas y de allí que le dieran los españoles el nombre de patagones, por el enorme tamaño de sus pies, aunque no tan desproporcionados con la altura.
Francisco Pascacio Moreno concurre a robustecer esta impresión ocular de los pies enfundados de los indios del sur, al manifestar que el cuero peludo de guanaco con el que se cubrían los pies los hacía parecer desmesuradamente grandes, de donde cree que proviene el nombre de patagones.
El capitán Juan de Ladrillero también escribió en 1588 que los individuos encontrados junto al Estrecho de Magallanes traían zapatos del mismo cuero que cubrían sus cuerpos (de guanaco), llenos de paja por dentro por temor al frío y de un tamaño fuera de lo común. Pigafetta, aunque menos explícito, ya había dado idéntica explicación en sus observaciones primarias de San Julián, treinta y ocho años antes; escribiendo... "Aveva a li piedi albarghe de la medesme pelle, che coprono, li piedi a uzo de scarpe".
Es creencia sostenida por la mayor parte de los investigadores que esa huella grande, la pata grande de los moradores de la tierra del sur, es el origen del nombre que hoy conocemos indiscutidamente como patagones.
Hasta el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (edición 1985), reconoce lo definitivo del término: "Patagonia, nombre dado a la gran región que se extiende en forma de punta triangular y termina por el sur con el continente americano. Patagón, natural de la Patagonia, o perteneciente a esta región de América Meridional".
Algunos autores toman como refuerzo de la denominación que el origen del nombre puede surgir de las novelas de caballería del Siglo XV y sus personajes, ya que existía en ese imaginario la figura de los Gigantes Patag1nidos.
Por encima de todo, esta tierra, luego de 500 años, junto con la Amazonia, Mongolia, Shahara, Siberia, integran el reducido número de espacios regionales con personalidad e identidad que no requieren para su ubicación ser identificados por el país o los países de pertenencia.

VILLA EL CHOCON, TIERRA DE DINOSAURIOS



VILLA EL CHOCÓN: TIERRA DE DINOSAURIOS

Quienes transitan la ruta nacional 237 que une la Ciudad de Neuquén con Bariloche y el resto de la región de los lagos, pueden aprovechar la ocasión para realizar un verdadero "viaje en el tiempo". Al llegar a la Villa El Chocón, donde se encuentra la gran presa hidroeléctrica con su majestuoso embalse "Ramos Mexía" de 816 km2, es ideal hacer un alto en el camino e ingresar al fascinante mundo de los DINOSAURIOS. Es que esa zona de la provincia de Neuquén, es un verdadero "Parque Jurásico" argentino. El artículo que publicamos fue confeccionado en base a los datos suministrados por la agencia de turismo neuquina y el Museo Paleontológico Municipal de Villa El Chocón



UN POCO DE HISTORIA

Desde que surgió la vida sobre el planeta, hace 3.500 millones de años, hasta que aparecieron los dinosaurios, transcurrieron 3.200 millones de años y en ese extenso lapso se desarrollaron diversas formas de vida. Al iniciarse la era Mesozoica se producen dos acontecimientos importantes: aparecen los primeros mamíferos y simultáneamente los dinosaurios, que dominaron la vida terrestre durante 180 a 200 millones de años. Después de la extinción, que se produjo hace 65 millones de años, los mamíferos ocuparon su lugar. En el año 1841, el naturalista Richard Owen bautizó a esta especie con el nombre de "Dinosaurios", haciendo alusión al aspecto terrible en los restos hallados, (dino = terrible y saurio = lagarto). Se encuentran restos en todos los continentes, demostrando que constituían un grupo variado en formas, tamaños, modo de vida diferentes y demostrando que no todos eran gigantes.

DINOSAURIOS "ARGENTINOS"

El Chocón esta ubicado a la vera de la ruta nacional 237 en el departamento Confluencia, sobre la margen norte del lago Ezequiel Ramos Mexía. Su clima es cálido y seco y el suelo presente panorama de estepas, siendo zona de fuertes vientos. Esta zona es muy rica en restos fósiles del periodo Cretácico de la era Mesozoica. Hace 100 millones de años la región presentaba características diferentes a las actuales, el clima era caluroso y húmedo, un panorama similar a las actuales sabanas africanas con grandes árboles aunque no selváticos. Las corrientes aluvionales producían grandes inundaciones, arrastrando y sepultando gran cantidad de animales y plantas que posteriormente eran depositadas en depresiones del terreno formando capas o estratos de distintos espesores y que en el largo tiempo, se produciría la fosilización. En el interior de las capas que se formaron, que resguardaron a los fósiles de distintos organismos, se encuentran restos de dinosaurios, árboles fosilizados, sapos, tortugas, gran variedad de huellas ubicadas en el fondo de cañadones y sobre la costa del lago Ramos Mexía. Estas huellas se disponen en un material duro que antiguamente fue barro con una antigüedad de 97 a 105 millones de años. (Foto: Pasarela desde donde se observan las huellas de los dinosaurios que habitaron la zona)

Los dinosaurios de El Chocón:

Se reconocen hasta tres clases de dinosaurios que habitaron los alrededores de Villa El Chocón. Los dos primeros fueron hallados gracias a las denuncia de dos pobladores de la localidad, los señores Delgado y Tesone quienes los descubrieron y posteriormente se les reconoció dedicándoles el nombre de la especie. Ellos son: el "Andesaurus Delgadoi" y el "Rebbachisaurus Tessonei". Ambos era saurópodos, herbívoros, cuello y cola larga.

El tercer dinosaurio descubierto es sin duda el mas importante. Fue hallado el 25 de Julio de 1993 y se trata del carnívoro mas grande del mundo. Se determinó que pertenecía a una nueva especie y se lo denominó "Giganotosaurus Carolini". Su descubridor fue el señor Rubén Darío Carolini, aficionado a la paleontología desde el año 1988 y actual director del museo Municipal de Villa El Chocón, "Ernesto Bachmann".

El saurio fue localizado a 18 Km. al sur de Villa El Chocón en lo que antiguamente fue la costa de un río o laguna. Se disponía inserto en capas (estratos) de arcilla y arenisca compactadas, desconociéndose las causas de porque se introdujo en terreno tan blando, ya que esta especie no estaba preparada para caminar en el barro, puesto que carecía de una superficie de apoyo acorde a su tamaño y no poseía membrana entre los dedos de las patas. El material recatado corresponde a un 80% de su estructura ósea, prácticamente completo, incluyendo su cabeza que mide 2 metros. Sus extremidades delanteras son reducidas y tiene un largo total de 14 metros. La altura de la cadera es de 4,60 metros y se ha calculado su peso en aproximadamente 9.500 kg. Tiene una antigüedad de 100 a 105 millones de años.

Estos fósiles, así como otros elementos de consulta y estudio se encuentran ene le Museo de Paleontología Municipal de Villa El Chocón, que fue creado por Ordenanza Numero 203 del año 1995 y que inauguró su edificio propio el 19 de Julio de 1997. Lleva el nombre de "Ernesto Bachmann", quien nació en Suiza el 1º de Febrero de 1884, y falleció en la ciudad de Plottier el 19 de Marzo de 1970. Fue investigador autodidacta que realizó importantes descubrimientos en el área de Villa El Chocón, en temas como Arqueología y Paleontología. Fue guía y asesor de diversos investigadores nacionales e internacionales. Obtuvo el nombramiento de "Delegado Oficial del museo de Ciencias Naturales de La Plata". El museo se encuentra ubicado en la calle Roberto Natali s/n de la Villa El Chocón, Provincia de Neuquén, y los interesados en recabar mas datos sobre este tema, pueden dirigirse al teléfono 0299-4901223 o vía mail: munivillaelchocon@infovia.com.ar

RECETAS PATAGONICAS/ róbalo marinado con albahaca

COCINA PATAGONICA

Róbalo marinado con albahaca
Para paladares exigentes, nada mejor que un buen pescado preparado con la magia de la cocina del fin del mundo. Un plato de elaboración accesible e ideal para cualquier estación del año.

Ingredientes:

1 kg de róbalo
50 grs de albahaca picada
4 huevos
Harina
1 limón
Orégano
Sal
Pimienta


Preparación:

Limpiar el pescado, sacando todas las espinas que se encuentren. Luego cortarlo en rodajas medianas. Salpimentar a gusto y colocarlas en un bol. Con los huevos previamente batidos, agregar la albahaca picada, la ralladura del limon y la mitad de su jugo. Dejar macerar durante media hora. Posteriormente, colocar harina suficiente en una fuente y pasar el pescado rodaja por rodaja de ambos lados. Luego freir en aceite hirviendo. Dejar escurrir y servir con guarnición de lechuga amarga de la zona, condimentada con limón y sal.

RECORDANDO A ANGEL NAHUELPAN FIGUEROA

ADELANTE ANGEL

¿Quién no lo conoció?
¿Quién no lo vio con frío o calor, caminar por las calles del pueblo en busca de la información?.
Pues yo sí, y vaya que además de ser un trabajador era un excelente compañero de los medios.
El micrófono viajero, como le decíamos, siempre con sus gafas, su piloto, su periodístico y libreta en mano, así llegaba a cada conferencia, a cada entrevista y en la que era bien recibido por los organismos, instituciones y demás. Con su estilo conseguía difundir las noticias de la jornada y muchas veces era el primero en hacerlo.
Cuantas veces me habrá pasado información para compartirlas en el medio que yo trabajé, y cuantas veces los movileros rogábamos encontrarlo para que nos tirara una linea y Angelito siempre con la mejor onda nos guiaba.
Hoy hablo por mí, pero creo que muchos colegas entienden lo que digo, y sabemos que siempre hizo su trabajo con amor, porque cada día era un volver a debutar ante el micrófono.
Recuerdo que cuando le conté que me venía a vivir a España, él se alegro mucho por mí y me contó que ese había sido su sueño por años...conocer España. Yo lo conteste que tenía mucho por delante y que siga soñando que las cosas se cumplen si lo deseas desde el corazón, que soñar es bueno y nos mantiene fuertes. Ahora Angelito, estás es un lugar mejor y quién sabe te diste un paseo por aquí.
Y ahora para finalizar este homenaje la frase que solíamos escuchar al aire: ADELANTE ANGEL...CON LA INFORMACION!!!

Pablo Rojas

ANGEL NAHUELPAN FIGUEROA, EL MICROFONO VIAJERO

“Ángel, gracias por tantas primicias”
A través de este artículo quiero realizar un humilde reconocimiento por su trayectoria, al decano del periodismo local, el Sr. Angel Nahuelpán Figueroa, “el micrófono viajero”, muy reconocido en esta extensa región, y que falleciera el 17 de agosto del 2007 a la edad de 59 años.
Fue el cronista más legendario de todos los tiempos que diariamente nos sorprendía con alguna primicia buena, y a veces no tan grata. Desde cualquier punto de la ciudad, a bordo de algún buque, o desde alguna provincia Argentina. Ese fue el estilo que siempre lo caracterizó.
Cambiando el ángulo de la información, como él decía, se inició en la Municipalidad en el año 1969 y hasta comienzos de los ochenta. En marzo de 1972 queda a cargo en la División de Recaudación y Patrimonio. En junio de 1973 integra como vocal la Comisión de Festejos 15 de Julio, organizadora de la fiesta aniversario de nuestra localidad, a cargo de la Presidencia del Sr. Luis Brunetti. Años más tarde fue designado Secretario de Obras Públicas, en muy corto período.
Su primera vocación en Deseado fue la de fotógrafo o reportero gráfico. Durante dos décadas sus reproducciones fotográficas aparecieron reflejados en el semanario local El Orden y en el diario comodorense El Patagónico, siendo además colaborador de la corta publicación local El Siglo, en 1984.
En 1980 es designado Jefe de Prensa y Difusión de la Municipalidad. En ese año tuve la suerte que fuera mi compañero de trabajo; compartimos la misma oficina entre tantos papeles e información, con algún mate o café de por medio, escuchando LU4 o aquellos cassettes del chango “Eduardo Avila” o sino “Fiebre de sábado por la noche”.
Me asombraba su rapidez al escribir sobre el teclado de una Olivetti, en hojas de oficio y el inolvidable carbónico, su misión era recopilar información del gobierno comunal y del ambiente social, cultural y deportivo, que luego difundía por las emisoras de LU4 Radio Patagonia Argentina de Comodoro Rivadavia y por LU14 Radio Provincia de Río Gallegos, donde era escuchado en toda la Patagonia.
El 7 de junio de 1980, en el día del periodista y mediante resolución, recibe un reconocimiento por su labor en la radio y televisión, a lo largo y ancho de la provincia.
En marzo de 1981 renuncia, y se establece en Comodoro Rivadavia para continuar en la fotografía, allí aprovechó e hizo sus primeros contactos con el Diario El Patagónico, donde más tarde él sería el corresponsal en Puerto Deseado por varios años.
En la edición especial sobre el 20º Aniversario de El Patagónico, en 1987, se publicaron algunas entrevistas realizadas por él a antiguos pobladores deseadenses.
Cuantiosas y valiosas notas y reportajes quedaron documentados en EL ORDEN y otros medios escritos.
Aún recuerdo por testimonio de él, que durante el conflicto de Malvinas, viajó desde Comodoro en un avión Hércules hasta las islas para cubrir los acontecimientos.
Realizó innumerables aportes en varias publicaciones periódicas y en la radiofonía de Chubut y Santa Cruz. En Deseado, trabajó como cronista en las emisoras de radio como LRI 200 (desde el inicio en 1985), pasando luego por FM Dimensión y finalmente en la FM Desiré. Su presencia como periodista en el canal de televisión local, hizo que lo contrataran para aquella filmación casera de marca deseadense que se llamó “Batman y Robin” ¡lindos recuerdos!.
A lo largo de su carrera recibió numerosos homenajes con relación al día del periodista junto a otros colegas. Fue muy apreciado y amigo de otra leyenda del periodismo como don Carlos “cacho” Mouesca, que tenía un programa en la radio LU21 Radio Golfo San Jorge de Caleta Olivia y con frecuencia venía a Deseado y nos pasaba a saludar a nuestra oficina.
Honesto, serio y con una vocación de servicio que siempre recordaremos.
Angel Nahuelpán Figueroa había nacido el 2 de septiembre de 1947 en la localidad de El Bolsón, Provincia de Río Negro.
Simplemente así, quería homenajear a un incansable trabajador de los medios de comunicación, que decidió silenciar su micrófono y viajar a un lugar pacífico, para tomarse un descanso, o quizás para reencontrarse con viejos amigos que transitaron estas calles como él.
Se apagó el micrófono viajero, pero la leyenda continúa: “Desde exteriores, la información... con Angel Nahuelpán Figueroa”.
Luis José Soto

RIELES/ Vicente Herrera Márquez

Ferrocarril Puerto Deseado-Las Heras
RUMBO AL CENTENARIO
1909-20 de septiembre-2009

Rieles


Amigos de antaño, pequeños ilusos,

en mi viaje los revivo y los recuerdo.

Bandada de purretes, hermanos del viento,

entre flores de cardo y espinas de calafate.

Trepando fardos de lana, soñando horizontes,

jugando en los patios de la estación.

Recuerdo que un día con calor de enero,

ayudando a ovejeros a embarcar animales,

nacieron las ansias de querer viajar.

Con cien remolinos de polvo en el aire,

agitando un pañuelo y un beso a María,

como las ovejas, en tren, me fui por los rieles,

a beber distancias y andar esperanzas,

a sembrar letras e hilar palabras,

para que los años las pongan en versos.

Los tiempos pasaron, los trenes se fueron.

Transpiré caminos, derramé semillas.

La herrumbre implacable corroyó el acero.

Caminé las sendas que anduvo Neruda.

La nieve y la escarcha degradaron durmientes.

Coseché amor y amistad, prolongué mi apellido.

Pagué con cariño, amargura y olvido también...



Andenes y estaciones se los llevó el viento...

Extinguí mi fuego con cuerpos candentes...

La sierpe de acero agoniza en las pampas...



Amigos de antaño, románticos viejos,

de cerviz doblada desafiando al viento.

Después de beber el zumo de todas las vides

y libar el néctar de muchas Marías

busco en la maraña de rutas del mundo

la vía de hierro que, al pago, me lleve otra vez.

Con mi valija repleta de puros poemas, y

las manos abiertas, gastadas, vacías,

por la misma senda brillante de acero,

un día, cualquiera, a Las Heras quisiera volver.

Y con calor de enero o lluvia de abril,

en un andén remozado, abrazar a René,

a Vicente, al Caco, a la Lyla, y al turco Chaín.

También en un patio de la vieja estación,

festejar con asado al palo y vino en porrón.

Y que estén con nosotros los niños de hoy,

agitando pañuelos, saludando la vuelta del tren.

Vicente Herrera Márquez

LA VUELTA AL MUNDO EN QUINCE HORAS/ Oscar Bidabehere

La vuelta al mundo en quince horas

Se trató de un viaje, mi primer periplo a Comodoro y por tierra. Había cumplido los nueve años y aquella “picada” con pretensiones ruteras estimulaba la intriga por saber. ¿Qué había al otro lado? Su trazado de víbora al acecho convocaba destinos misteriosos y fantasías alimentadas en la matinée del Cine Español. Una de piratas con pata ‘e palo solazando mi imaginación. La aguja fue dibujando un diagrama de subes y bajas que desmentía la tediosa línea recta del camino. Como dos escoltas, a nuestra izquierda, pero fuera de nuestra vista, se deslizaban las aguas del río Deseado provenientes de sus nacientes en la zona de Perito Moreno. Mientras que por la margen derecha se extendía la línea férrea que unía Puerto Deseado con Colonia Las Heras. Las estaciones, “El 20”, “El 40”, eran mojones de piedra cuya semántica atravesaba nuestras vidas. Números que traen otros números. Y una voz cascada que “canta las cuarenta” inundando el living de casa con el humo de su toscano, es el tío Francisco, minero y asturiano, el abuelo que no tuve, haciendo capote. Tute cabrero, y ese lenguaje preñado de giros que se apodera de nuestra cotidianeidad, ir a más, ir a menos, las diez de últimas. Aquel viaje tuvo la misma excitación reflejada en los semblantes, estuvimos en las diez de últimas y nos rescató como en el juego la prudencia y la fortuna. Fueron quince horas de travesía donde se mezclaron sensaciones, tensión, aburrimiento, desconcierto y una avidez ante lo nuevo, lo desconocido.
La aventura comenzó a bordo de un Chevrolet ’53 timoneado por don Pedro Jenkins, un estanciero del otro lado del río, ungido con la prosapia de los fundadores del pueblo, que se ofreció a llevar a mis padres hasta la urbe del petróleo. Pintoresco personaje, recuerdo una vez que paseando no se como ni porque, en aquel automóvil, se le ocurrió un chiste que repitió varias veces, fue al ingresar al puerto, frenó al borde del muelle, una chanza insólita donde el chirrido de las gomas no alcanzaba a tapar el rechinar de nuestros dientes ante el temor de vernos catapultados al abismo marino. Con los años fue protagonista de un naufragio en el cual salvó milagrosamente su vida aferrándose a una roca. En la fatal excursión pesquera la lancha que los transportaba zozobró y perdió la vida un insigne medico local, el Dr. Fernández. Contra todos los vaticinios, nuestro hombre que arrastraba una renguera hizo enmudecer a la vecindad con su buena estrella. Político de cuño intransigente, el partido acaudillado por Frondizi vivía la gloria de un gobierno que había puesto el acento en sacar los recursos que yacían bajo tierra. A esos fines la estación portuaria estaba atiborrada de tubos de acero, numerosas casas rodantes americanas y el idioma de los cowboys rasgando el aire, como en las películas.
Aquella nave, mitad blanca, mitad rosa viejo y relucientes tasas niqueladas, tenía el confort de todo lo ingresado al sur del paralelo ’42, la panacea por entonces de los bienes importados. Alguna vez mi padre habló de comprarse un auto pero su sueldo escuálido se lo impidió. Como tendero, sumergido entre rollos de sedas y gabardinas, gozaba las histerias del público femenino que claudicaba ante sus sugerencias de pícaro vendedor. La indumentaria en las mujeres, la más de las veces, era obra de hacendosas modistas. Tarea que también mas tarde encaró mi madre cuando la viudez la sorprendió viéndonos crecer. Por esos días estaba abocada a sus tareas como ama de casa, entretenida en lidiar con nosotros tres. Sí, tres hijos varones empeñados en todo tipo de pillerías domesticas. Sobre mí caían todas las expectativas, pues era el mayor, debía abrir la huella sin libreto previo. La misión tiene ventajas y desventajas. Entre las primeras estuvo aquel viaje iniciático. Allá vamos. Cuando el día empezó a clarear partimos rumbo a Jaramillo, nuestra primera parada. Por el camino de ripio íbamos dejando una estela de polvo y el ruido tenia los acordes que trasmitían, cual orquesta sincopada, diferencial y pistones. De vez en cuando nos sobresaltábamos, como jineteando un pingo desbocado, ante el serrucho que deformaba la huella. En un momento pareció que en el horizonte se dibujaban pequeñas formas que hacían presumir la cercanía del poblado, es cuando el vehiculo comenzó a fallar hasta pararse definitivamente. Nos ganó el nerviosismo, ¿qué hacer? Ahora debemos jugar nuestras cartas y como sugiere el tute nos pescan en un renuncio. El conductor con sus dificultades al andar tenía pocas chances de sortear el desafío y mi padre acusaba quebrantos en su salud, los mismos que quizás habían aconsejado aquel viaje buscando mitigar el sufrimiento. Vivíamos los últimos días de la primavera del ´59 y por esos tiempos el transito era intermitente. Solo habíamos visto pasar, cual cigarro plateado montado en los rieles, al cochemotor rumbo a Deseado. Teníamos la garganta seca y la aridez, dueña y señora, nos rodeaba por todos los flancos. Parecía difícil sobrevivir entre coirones y matas enrollándose en el viento. A unos cientos de metros del villorrio, el cementerio de los obreros fusilados en el ’21, las huestes de José Font, Facon Grande espera aun justicia. La soledad de la meseta me hacia sentir como perdido en el desierto y ese tenaz viento achaparrando todo lo que pretendía mantenerse erguido. A esa altura, a unos cuantos kilómetros, está el bosque petrificado un verdadero monumento fósil con grandes coníferas que poblaron el jurásico. Por esos años circuló un rumor con mucho de veraz, algunos de aquellos vaqueros del oeste, durante la fiebre del petróleo, entre perforación y perforación, depredaron el lugar alzándose con un importante cargamento de fósiles que embarcaron rumbo al país del norte.
Ni un ánima a la vista, entonces resignados los hombres de abordo comenzaron a caminar en busca de auxilio hasta dar con un alma generosa que concurrió en nuestra ayuda. Con bombos y platillos arribamos al caserío cerca del mediodía. Hora de almorzar, ingresamos en una fonda de chapa y madera, techo rojo y paredes amarillas, colores hispánicos como su dueño. La comida no evadió los lugares comunes: sopa, puchero de oveja y a los postres, queso y dulce, un clásico en tiempo y lugar. Reanudamos la marcha, a unos kilómetros Fitz Roy centro de una cruz caminera que vincula el norte de la provincia y luego Pico Truncado, El 200, donde aparcamos en las primeras horas de la tarde. El lugar era inhóspito y el verde brillaba por su ausencia salvo los consabidos tamariscos que bordeaban los patios de las casas, cortinas propicias para frenar el viento y resguardar las huertas. Ese mismo paisaje me trae el recuerdo del fatigado viaje atravesando el oeste americano, relatado por John Steimbeck en Viñas de ira. Ingresamos a algunos negocios, no guardo recuerdos de esa estancia salvo que después de una hora emprendimos el camino hacia Caleta Olivia, bautizada con el nombre de algún barco guarecido en sus apacibles costas. La inmensidad, con su estéril desnudez, agredía, y me hacia pensar ¿quien nos salvará si nuevamente la maquina se planta? Pero la suerte que es grela, como en el tango, nos dio la espalda. A poco andar nuevamente los fierros dijeron basta. Ahora a esperar que alguien pase. La pausa fue larga y recién cuando el sol comenzaba a esconderse concluyó la reparación que realizó un mecánico sensible con nuestra desgracia. Pensaba, tanto tiempo ahí sentado, sin poder hacer nada, realmente, hoy a la distancia, debo concluir que era un chico bueno. Pasado ese forzado recreo arrancamos para cubrir el tramo hasta Caleta, antes atravesamos un campamento petrolífero, Cañadon Seco. Llegamos ya en noche cerrada, justo para la cena, y fuimos a otra fonda, la de Pepechón Fernández, famosa por su sopa de gallina y verduras, plato obligado en la mesa de esos tiempos, tributo a una tradición que atesoraban los inmigrantes españoles. Todo un ritual que se trasmitía de generación en generación y que mi abuela cultivaba con unción. “Si queres crecer debes tomar toda la sopa”, una máxima que repetían todos los padres para tortura de los pequeños, bueno la mayoría, a mi ese líquido burbujeante, con sus colores amarillo ocre, me insufló energía en duros inviernos. Degustamos ese manjar y partimos, el camino que nos aguardaba parecía el ascenso a una torre babilónica, lleno de curvas y contra curvas. Sobresalía Punta peligro, codo emblemático donde se habían desbarrancado muchos osados, cada curva encerraba sus trampas y se había cargado alguna muerte. La oscuridad era total, solo penetrada por los faros delanteros que como dos torpedos se abrían paso. De pronto en el fondo de esa pantalla negra comenzó a crecer un resplandor que se fue agrandado a medida que nos aproximábamos. La intriga se develó pronto, se trataba de Comodoro Rivadavia, la ciudad luz. La generosidad lumínica era ostensible y contrastaba con la raquítica dosis derramada en mi pueblo. La visión deslumbraba a los visitantes. Otro mundo. Estábamos en la meta, la extensión del tiempo transcurrido, quince largas horas, se daba de bruces con la distancia que habíamos cubierto, poco más de trescientos kilómetros, pero la recompensa valía la pena, respiraba otro aire, habíamos arribado a esa pequeña Babilonia, sin los jardines colgantes, pero con cientos de farolitos ornamentando el paraíso del oro negro.

Oscar Armando Bidabehere. 30 de marzo de 2008. Olavarria. Pcia. Buenos Aires.

miércoles, 21 de mayo de 2008

OVNIS EN 1580? UN DOCUMENTO PARA LEER CON ATENCION

"...Esta noche a una hora de noche, a la banda del sudeste cuarta al sur, vimos salir una cosa redonda, bermeja como fuego, como un (a) darga, que iba subiendo por el cielo o viento. Sobre un monte alto se prolongó, y estando como una lanza alta sobre el monte, se hizo como media luna entre bermeja y blanca. Las figuras eran de esta manera (y siguen tres figuras: una en círculo, otra una elipse y la tercera un semicírculo)...."
("Relación sobre su primer viaje al Estrecho de Magallanes" de Pedro Sarmiento de Gamboa. Fue publicada en Madrid en 1768 por el editor Bernardo Iriarte, según manuscrito original existente en la Biblioteca del Palacio Real de Madrid y reproducida por EMECE de Buenos Aires en 1950. El hecho descripto ocurrió el 5 de febrero de 1580)

RELATOS DESEADENSES/ "Cada 15 de julio"

Cada quince de julio tiene una resonancia particular. Ese día cumplía años mi padre,
una presencia elusiva que amenaza perderse en la espesura del tiempo. Fue corta su
estancia a mi lado. Solo diez años. Coincidentemente es el cumpleaños de Puerto Deseado y los márgenes del festejo se cruzan y confunden con esa, mi angustia y recuerdo. Una manera de vencer al olvido. En esa tierra están mis raíces y eso no lo borra nada. Es invierno, julio, tomado de la mano de mi padre, traje azul, perfume lavanda y boquilla en los labios, todo en él es distinción. Caminamos rumbo al Covadonga. Torneo de bochas Aniversario y ese amor que me dura por las lisas y rayadas. Acordes que flotan en el aire
brotando de aquellos parlantes en las palmas emplazadas en cada esquina: los Cinco
Latinos y Rita Pavone mezclados con Elvis. Música, romance, flirteo, sueños que esperan su momento. Mi padre recala en estas costas luego de desandar miles de kilómetros, sediento de aventuras, escapándole a una vida aburrida y sin horizontes. Traía el cansancio del espíritu nómada y un ramillete de sueños. Se rinde cautivado por una morocha de rizos suaves, mirada inquieta y sonrisa de nácar: Amor. Y nací yo. Luego el ocaso, la soledad y el vacío de las pérdidas. ¡Cómo salir del pozo! Primaveras de claveles y crisantemos. Hay imágenes de contornos firmes que guardo como en un álbum que no se degrada ni se extingue. Olores, sabores, perfumes mágicos. Aquel primer helado de vainilla en el Hotel Argentino. En su escenario Fu Manchú y el recuerdo de Estela Raval inaugurando su saga de éxitos según cuentan.”Yo estuve ahí” dirán los memoriosos y el número se agiganta al paso de los años. Los corsos en la 12 de octubre y las carrozas de los Bach con sus jinetes ataviados como vaqueros del lejano oeste. La pasión del deporte que se mostraba esquivo a mis pies. El fútbol. Las duras tenidas en la cancha del Junior, y Pocho Leal, una muralla china en una zaga inexpugnable, y aquella delantera con la Saeta rubia Sani Galiment, Prendes y Veguita y las furtivas apariciones del negro Leaños. Y el Ferro de Poloni volando de palo a palo, bajando la persiana y Marinado, el mariscal de mimbre que llegaba a todas, barriendo el área, Alfredo Vila y esa habilidad a lo Ermindo Onega, mi ídolo con la banda roja, y el cañonero Jara, una topadora. Tardes acodados en las barandas que bordean la cancha. De Liga Norte. Los goles del Ferro, el club de mis amores y aquel polígono de cemento y techo rojo, en una esquina de la cancha, vestuario con sabor a aceite de lino. Estamos en la confitería del club. Una foto. Carlitos, mi hermano, Arturo, rostros pletóricos de alegría y la Copa conquistada en las áridas tierras de Caleta. La gloria retratada para la posteridad. Y luego el Básquet en la cancha de la prefectura y una estrella con lazos locales: Roberto Otegui, que intentábamos imitar. Y San Lorenzo, el azulgrana, con aquel paraguayito que lleva esos colores como un gamo recorriendo los cañadones, haciendo sucumbir en las arterias de canto rodado a cuanto rival lo desafía por los meandros del pueblo y por ultimo Ramonín con sus aceleradas que atronaban la paz pueblerina, ensayando las maniobras mas osadas en una suerte de filigrana a bordo de un cuatro ruedas. Dos horas a Comodoro, record y a firmar, cuando viajar en uno de aquellos colectivos de transporte Patagónicos demandaba ocho horas.
Rutas pedregosas, traicioneras que se llevaron la vida de otro As al volante: Severino. Esas masas de domingo en el Colón donde don Conz estampaba la hostia en esos alfajores de sabor irrepetible. Y la cantina del Ferro,”la Cueva”, en la vieja Estación de piedra. En torno a una mesa mi padre y sus rivales. Porotos y naipes que circulan de mano en mano. Y los gritos de Jovino y Jesús Cora, desafiante con ese fuego que inmortalizara Osvaldo Bayer cuando las huelgas del ´22. Las kermeses en la cancha de basket y las hamacas con forma de torpedos taladrando el aire. Los Bailes en el salón.
Esas maratones que duraban toda la noche. Carnavales con orquestas, serpentinas y
matracas. Y Teatro, en el Cine español, bajo la férula de Caruso y la ductilidad de Piola, una suerte de Discepolin local. El folklore, y los hermanos Pérez, bombo y guitarra, Zamba de mi Esperanza, emblemática y sutil. La Escuela nacional de Comercio con su espalda apoyada en el cine Español. Una vieja cancha de pelota a paleta. Figuras quedejaron huellas en mi espíritu, Salvo, Rostagno, Lilita, Rosas, Lionel Rivas, Boni, Pepita Cimadevilla y muchos más. Esperanza, la directora, sin estridencias. Seria y justa. Rostros y estampas sobre las que construir la personalidad. El colegio San José. La Acción católica. El papi fútbol, el padre Báez, Saracano y sus ocurrencias como cuando fuimos a cazar pingüinos para embalsamar. Un dislate si los hay. O los barriletes con forma de avión lanzados desde la torre de la iglesia. Y Los reyes magos llegando en ómnibus y repartiendo juguetes frente a la Argensud. Y el humor que estimula y cierra las heridas, los apodos y apelativos de toda laya y esa voz de Ariel Delgado lugareño con la expresividad que desata sonrisas de Ricardo Vázquez. Y mis amigos de esos tiempos, Patricio y Andrés, que vio su vida segada por la horda nazi. Y nuestros sueños abortados.
Y el amor de una mujer que encandiló mi vida y que la distancia secuestró definitivamente. Sin darnos una oportunidad. Destino de exilio. Nuevos horizontes y un volver a las fuentes para mojar la frente con agua bendita en la gruta de Lourdes. Son las marcas que nos dan pertenencia al lugar. Febrero de peregrinaciones y fiesta del tiburón. Y El Orden, con la pluma enjundiosa de Zerbino enhebrando pareceres y gambeteándole a la censura. La cena y las medallas de los cincuenta años. Como generales vencedores en la batalla, que no arriaron las banderas. La Patagonia Rebelde y Facón Grande. Los de arriba y los de abajo. Y la historia continua. El trago amargo de Osvaldo, Cholera, mi hermano menor, arrojado a las mazmorras que devoraron a los mejores hijos de mi generación. El cómo y el porqué y el dolor junto a nuestra madre en una lucha que perforó la injusticia. Y el sol brilló nuevamente y hay otros hijos que llevan el estandarte. Secuencias de una película en la que no podemos faltar y que renovamos todos los días. Aunque estemos lejos. El viento sur, ese cazador barbudo que inmortalizara Raúl González Tuñon es el que nos mantiene despiertos y ligados para siempre trayendo como un animal dormido en sus entrañas esos aromas familiares. Como en la cueva de los leones y sus piletones orlados con algas multicolores y cantos rodados esmaltadas por esa agua fría portadora de vida. El muelle de Ramón y esos veranos a su refugio. Rampa vertical hundiendose en el mar, sin descanso, y sobre el azul intenso, collares borravino con apariencia de cachiyuyos. Y al fondo las islas que se recortan con la Bahia Uruguay como telón de fondo. Los tiburones.
La pesca del pejerrey. Punta Cascajo y la rivera sur, la Piedra Toba, enhiesta, horadada por la erosión. El estuario con ese ballet acuático que dibujan las toninas. Y una tarde de escuela cuando atracó en sus costas una ballena enferma y fue centro de atención. Estaba en la escuela nro.5, la de los perales verdes como la esperanza. El picnic en el Quitapenas, miradas arrobadoras y algún romance adolescente. El monumento a Oneto y ese julio despiadado con los cuerpos, esculpiendo figuras de hielo, escarchas como ojos ladinos a nuestro paso. Banderas, discursos y los restos del fuerte que se desnudan con la marea
baja. Marchamos. La plaza Centenario y sus pinos perennes que resisten de pie la nieve que cae sin cesar, vistiéndolos con trajes de novia. Un arco de mástiles y mis manos sosteniendo en alto la enseña de la patria. Verde y blanco. Verde en los uniformes, blanco en los guardapolvos. Chocolate y matinée. Y el silencio de esas tardes de feriado y leer, Verne, Zevaco, Sthendal. Aventuras y más aventuras entre las cuevas y los acantilados y ese aroma a mejillones y algas inconfundible. Que sube desde la costa y nos rodea, se mete en nuestras narices, y nos recorre como un elixir al que necesitamos siempre volver. Y el viejo Tafra, burlándose del paso del tiempo, como el gran timonel dando brazadas cuando el frío arrecia. Emociones y mas emociones, vibraciones del alma.
Y Deseado, es y será mi tierra, por siempre, para siempre. No habrá otra igual. A ella volveré cuando ya no esté en ninguna parte, en ancas de algún albatros, en el polvo que trae el viento, que acaricia las olas, que tiembla ante el llamado de mi madre: ”Vamos chicos, la comida está lista”, que juega entre las rocas de los cañadones, que se trepa a la baliza, que se filtra por cada rincón de esa geografía sinuosa, como una beldad que se resiste a ser seducida, que se escurre entre los dedos y de la que he quedado prendado hasta el fin de los tiempos.

Oscar Armando Bidabehere
Julio de 2006
Olavarria, Pcia. de Buenos Aires

DIPUTADA URRICELQUI IMPULSA DESARROLLO EN BASE AL PATRIMONIO HISTORICO-CULTURAL


LAS RIQUEZAS HISTORICAS DEL NORTE SANTACRUCEÑO
Jaramillo y Fitz Roy, turismo no convencional



La diputada provincial Ana María Urricelqui, respecto a las localidades de Jaramillo y Fitz Roy, de las que previo a acceder a la banca en la Legislatura fue Comisionada de Fomento, adelantó que “estamos trabajando para abrir la puerta a otro futuro, ya que no siempre se puede vivir del empleo público, en una zona rural que todavía está sufriendo los efectos de volcán Hudson y sus cenizas, que ha costado muchísimo superar y que aún no lo hemos logrado del todo”.

La “Rusa”, como la llaman todos sus amigos, destacó que “hoy se observa la ausencia de viejos pobladores que ya no están y de sus hijos que han abandonado los campos, en una zona que siempre ha sido tan rica en el ‘oro blanco’, como solemos llamar a nuestro ganado ovino”, agregando que “nuestro campo se ha despoblado, por lo que apostamos que se vayan reabriendo algunos establecimientos rurales con gente nueva que ha comprado las tierras o con los viejos propietarios o sus descendientes”, resaltando que “estamos con una mirada hacia la actividad ganadera y con mirada hacia el turismo, que no puede pasar por la puerta de nuestra casa y nosotros cometer el pecado de ser indiferentes”.

Ana María Urricelqui puntualizó que “estamos apostando fuertemente al desarrollo de la industria sin humo, dentro de nuestras posibilidades, con el nuevo parador y el camping de Fitz Roy, el camping comunal de Jaramillo, al que los vecinos han decidido denominar como Paseo Mazaredo, construyendo la cabaña para los moradores y un completísimo puesto sanitario, habiendo inaugurado en diciembre los senderos del predio, cuyos solados son de lajas, los asadores y el quincho”, acotó que “ahora queremos construir una hostería, ya que el bosque petrificado, se encuentra a unos 150 kilómetros”.

Seguidamente recordó que “en Bahía Mazaredo se encuentra una vieja construcción, a la orilla del mar, hecha con piedra tallada por aquellos excelentes artesanos, inmigrantes de nacionalidad española y yugoslava, donde funcionó el primer Correo, el Registro Civil y el Juzgado de Paz, que es una reliquia con un alto valor histórico y una riqueza arquitectónica que se debe preservar, también se encuentran algunas tumbas, donde fueron sepultados los peones fusilados en la huelga del 21, también en Mazaredo funcionaba el antiguo puerto por donde nuestros productores rurales enviaban las lanas en lanchones hacia Puerto Deseado”, consignó que “algunas cruces en el cementerio deben ser restauradas, cosa que no es para nada fácil, ya que el trabajo en piedra tallada demanda de artesanos calificados, que hoy escasean.

En referencia al edificio de la vieja comisaría de Jaramillo, otro de los poquísimos testimonios de aquella etapa y de aquellos artesanos, la diputada señaló que “estamos evaluando en utilizarlo como centro dedicado a la mujer y la familia, donde el único impedimento actual es el económico”.

HOMENAJE AL MAESTRO GUSTAVO LEZCANO DOMINGUEZ

MAESTRO GUSTAVO LEZCANO… después de 20 años…
¡MEMORANDUM EN PRESENTE!
La memoria, pese al afán, no recuerda otra imagen más que flashes que son relevantes para mí, …particularmente.
Nos conocemos como colegas en la Escuela Primaria Prov. N° 5. Desde el principio llegamos a acuerdos a pesar de nuestras diferentes raíces. Él, correntino; yo, porteña. Los dos somos de “afuera” (nos reímos juntos por esta denominación que nos dan “los otros”). Pero compartimos conceptos parecidos, a pesar de las mutuas chanzas y cargadas por nuestros orígenes diferentes; …eso nos une cada vez más como compañeros de trabajo.
Gustavo es un MAESTRO modesto, espontáneo, sencillo, preocupado y ocupado por el rol que asumió en Puerto Deseado; más allá de lo protocolar y convencional de su cargo. Cariñoso con sus alumnos, “aunque su ley es orden”. Naturalmente, enseña actitudes y conductas (con técnicas vocacionales que los grandes pedagogos han discutido literalmente para dar denominación en sus extensos libros). Nunca tuvo hijos, pero puedo asegurar que cada alumno con problemas es su problema a solucionar de día o de noche: “los pibes saben a quién y dónde acudir”.
Gustavo MAESTRO sale del trabajo con 39 grados de fiebre. Vive en una habitación de una casa de la calle 12 de octubre (ahora destruida y en reformas). Le llevo un antifebril. Al día siguiente vuelve a dar clases en su 4to grado: “Sólo tengo 38 grados y es viernes. El fin de semana se me pasa”, comenta (¡Ah! En esos tiempos no existía el pago por presentismo…)
Gustavo es un COLEGA con buen humor, con un vocabulario muy directo. ¡Me divierte! Me hace “desacartonar” de mi guardapolvo perfecto y almidonado de todos los días; me hace sentir y observar las cosas desde otras perspectivas. Tan espontáneo que, cuando te larga algo y lo conocés bien, …esperás dos segundos a su sonrisa para saber sus intenciones: ¿en broma o en serio? …Pero, si es en serio… ¡Se te viene! (Porque Gustavo tiene sus puntos y comas bien claros). Más o menos así me dice un día:“Odio la computadora, Doris! No me obligues a aprender esto que no sirve en el campo donde no hay ni electricidad. Eso, sí… enseñale a todos los pibes que a lo mejor les puede servir algún día!”. …Y ahí se quedaba sentado junto a sus alumnos de 4to grado en la Sala de Computación de la Escuela N° 5.
Gustavo es mi AMIGO del Grupo de Teatro. Nos encontramos en otra faz más flexible. ¡Es increíble cómo podemos congeniar! Desde sus propias historias y sentimientos, te indaga y se hace tu confidente.
Gustavo es mi COMPAÑERO en el gremio docente de la A.DO.SA.C.. Compartimos las extensas luchas porque no nos pagan nuestros sueldos. Es la fecha de una Asamblea clave: Liliana Bartomeo de Castillo y Gustavo Lezcano viajan en coche particular a llevar la propuesta de Puerta Deseado a la Asamblea Provincial…
Los docentes contemporáneos recordamos ese día con mucho dolor.
Por una Liliana que “sobrevivió” con sus dificultades y por nuestro Gustavo que no lo logró…
Doris de Labra

GUSTAVO LEZCANO DOMINGUEZ in memoriam

MAESTRO GUSTAVO... A 20 AÑOS DEL ULTIMO VIAJE
Llegó a Puerto Deseado a principios de 1979. Venía de Mercedes (Corrientes) y se arraigó en aquel pueblo de tres mil quinientos habitantes. Un aula de la Escuela nro. 5 "Capitán Antonio Oneto" lleva su nombre. Una calle del Barrio Costanera fue bautizada en su honor "Maestro Lezcano". Para quienes lo conocimos estos datos escuetos no alcanzan. Habría que agregar su ferviente militancia en la UCR, su pasión por el aula, la enseñanza y el ejemplo, su carácter alegre pero firme, su participación en la comisión que reunió los fondos para comprar la calesita y su actividad sindical, que lo llevó al último viaje, el tres de marzo de 1988, cuando viajaba hacia Río Gallegos a una reunión de la ADOSAC.

"El maestro Gustavo no fue mi maestro, pero en el recreo o en la formación compartía con todos... siempre recuerdo su sonrisa y el interés por los demás" (Marcela)

"Gustavo fue para todos un maestro, aún para quienes no fuimos sus alumnos, hermoso! A casa venía junto a otros amiguitos. Era una fiesta" (Carmen)

"Recuerdo cuando decía en la escuela 5 que el que tenía cosas que le ocupaban lugar en su casa, pensara en el que no tiene" (Soledad)

"Me acuerdo que él vivía en Rivadavia... íbamos a visitarlo a su casa con mis hermanos, y nos quedábamos a jugar al fútbol; nos ayudaba en las tareas (José)

"No sólo fue el maestro de geografía de los chicos de quinto grado de la escuela 5... También fue un maestro de la vida. Aún recuerdo su cara y sus gestos y el trato amigable hacia nosotros. Soy uno de sus últimos alumnos"

"Lo recuerdo con mucho cariño y respeto. Es un espejo para el hombre que quiero ser; lo tuve a partir de cuarto grado, me enseñó mucho" (Sergio)

"Mi hijo Maxi dio sus primeros pasos de la mano de esa gran persona que fue Gustavo" (Elsira)

"Yo fui un integrante más del último grupo de alumnos del maestro Gustavo. Maestro cariñoso que a mí, particularmente, supo contenerme en un momento difícil para mí. Para él todos éramos iguales y nos quería como a hijos. Lo lloré mucho el día que nos abandonó"

"Recuerdo que nos sacaba a pasear en su auto con otros chicos de la escuela. Era muy bondadoso y desinteresado"

"Soy del norte, llegué con seis hijos y él jamás hizo distinción; habíamos llegado con poca ropa y sacó plata de su bolsillo para comprarles ropa para que fueran al colegio" (familia Gómez)

"Lo tuve al maestro Gustavo en quinto grado y tengo un recuerdo increíble de él. Fue una persona bárbara" (Martín)

"El maestro era especial; para él éramos importantísimos, únicos" (Carmen)

"Lo recuerdo como una persona con gran vocación por su labor y gran corazón" (Mario)

"Gustavo era mi mejor amigo; nunca conocí otra persona con los valores de Gustavo" (lamentablemente no figura su nombre)

"Tengo tantos lindos recuerdos; era un padre, un amigo, un maestro, estaba en todo, y a todos nos ponía apodos. Tenía un don muy especial para enseñar. Ojalá hubiera maestros así ahora. Fui su alumna y siempre lo recuerdo" (Betty)

"Gustavo fue uno de los tantos norteños que llegan a este sur hermoso y se quedan trabajando por nuestro engrandecimiento" (Felicita)

"Lo quise muchísimo. Lo llevo siempre en mi corazón" (Cristina)

RECUERDOS DE LAS CENIZAS DEL 91

LAS CENIZAS, PAPA Y MI WALKMAN

En agosto del 91 cumplí 9 y pedí un walkman. El día del cielo amarillo se llama en mi memoria ese 15 en que el festejo estuvo teñido de miedo porque papá no llegaba de la radio (o de la escuela?), porque el cielo cambiaba de negro azabache a violeta y pasaba por la gama de los rojos antes de chocar contra un amarillo enojadísimo, y porque yo al final no iba a tener walkman si a papá lo había tapado la ceniza.
Barbijos, antiparras, experimentos en el lavadero donde mezclábamos nieve con ceniza del Hudson para ver qué pasaba, pufff, recuerdos de Deseado. Ese año fue mi último, nunca mas volví, y me quedó ceniza en los bolsillos, y me quedaron ganas de patio por las siestas adentro de casa (bueno escabulléndonos de los grandes un poco, pero no suficiente), me quedó la imagen del cielo del 15 de agosto mientras mirando por la ventana esperaba a mi papá y a mi walkman. Nunca supe por qué ese día el cielo estuvo así, ahora pienso que tal vez siempre estaba así cuando había ceniza, pero que los niños ven más allá del cielo y yo no era excepción, salvo que ese día había mucho afuera de casa que me importaba, y el cielo parecía más inmenso. Qué ironía. La ceniza estaba en el suelo, pero el aire era negro, no terminaba nunca de caer.
Por estas fechas, otra vez la patagonia cubierta de ese manto gris que parece gofio pero hace que las ovejas se caigan al agua cuando están bebiendo por el peso de la lana, la gente habla y yo ni digo que yo lo viví, que yo sé lo que es, que qué terrible, que sí, ha visto? Más bien me acuerdo que antes de que venga la ceniza volcánica yo jugué mil tardes, caminé las calles, se me voló algún paraguas por el viento limpio de polvo furioso. Me acuerdo de mis amigos de cuando era chiquita, Eugenio Puttner, Sebastián Sasinsky, Luciana Orellano, Martín el del taller de enfrente, Verónica Saleme… Y pienso si ellos estarán ahora otra vez cubiertos de ceniza, si tendrán hijos que se escapan a la tarde a jugar con esa magia que era para nosotros aunque los grandes no nos dejaban tocarla porque era tóxica. Yo estoy lejos pero si revuelvo alguna caja de recuerdos todavía seguro que encuentro un poco de polvo malo. La memoria salva a los pueblos, la ceniza se va. Si están ahí, usen el barbijo, ya no son nenes chiquitos, tapense los ojos y abriguen a los pequeños si se van a dormir la siesta, porque seguro, seguro, acuérdense, seguro que se escapan a hacer experimentos.

María Marta Lopes
Militante del MST en Capital Federal
Nacida en Buenos Aires porque no había lugar en el Policlínico por los soldados de la Guerra de Malvinas el 15 de agosto de 1982, viví en Deseado hasta el año de la ceniza. Volveré?
Mis saludos a los combativos santacruceños, que contra el viento, los volcanes y la burocracia sindical, luchan con un espíritu digno de imitar.

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