jueves, 19 de noviembre de 2009

NARRATIVA ORAL DE RUKA CHOROY, EN NEUQUEN

Narrativa oral de los Pobladores de Ruka Choroy (Neuquén)

Este trabajo pertenece al Proyecto de valorización de elementos Folkóricos en el Distrito Educativo Aluminé. Estos relatos aparecieron en la Revista Huerquen entre los años 1986-1987. Esta valiosa recopilación de historias de vida de los paisanos de Ruka Choroy, Lonco Mula, Abra Ancha, Poi Pucon, la gran mayoría descendientes directos de Mapuches, brinda un fresco de cómo viven estas comunidades hoy, alejadas de las grandes urbes y los elementos tecnológicos, viviendo una vida austera, y mostrando en muchos de sus relatos, la triste historia de pueblo avasallado, humillado, ofendido. Las historias cuentan además la rica cultura del pueblo Mapuche, sus costumbres, sus comidas, creencias, y su resistencia a perder definitivamente sus rasgos distintivos, como el bello Mapudungun o lengua originaria.



RELATOS ORALES DE RUKA CHOROY

UNA COSTUMBRE QUE SE MANTIENE

Con los primeros alimentos del día, se ruega a Dios de esta manera: Con el primer mate se tiran cuatro yerbitas al fuego o al suelo de la cocina. También con el pan o las tortas fritas, cuatro miguitas. Con la sopa se hace lo mismo y con los alimentos.

Se hace para estar bien con los hijos, con la gente, para no pasar ninguna cosa mala. Uno le está dando a Dios pa que Dios lo ayude en todo. Si uno ruega de esa manera Dios lo va a acompañar. Uno manda solo. Dios ayuda, entonces uno tiene sino no tiene nada.

Ester Ñanco


LOS YUYOS QUE DAN COLOR

Cuntun macuñn: Es una mezcla preparada con Kokolle, chacay, chepell y llallanta.

Los yuyos se sacan todos con raíz y antes de que florezcan.

Se los pone a hervir (solo la raíz) bastante. Cuando está frío, se pone la lana y se le da vueltas hasta que agarre el color. La lana queda color rosado.

Fermina López



LOS JUEGOS DE LOS ANTIGUOS

El Palín: Jugaban los antiguos antes. Es una bocha que se mueve con una caña doblada. Saltaba lejos y allá estaban los contrarios que atajaban. Tiraban la bocha, y si pasaba pa el otro lado, era como un gol. Se golpeaba la bocha con la caña, por abajo. Se invitaba a una fiesta. Iba la gente baqueana a hacer palín, ¡los que eran ágiles para jugar!

Antonio Salazar


AGUALL CUCELL
Se jugaba con 10 habas pintadas de negro de un lado (con tizne), sobre una matra, bien parejito. Se tiraban las habas sobre la matra, y si caían del lado negro, sumaban puntos. Jugaban por matra nueva, pelera, hasta pellón jugaban.

Ana Licán


CEPIL CAHUE
Se juntan como 20 o 30 palitos. Se ponen así (paraditos) y después lo van sacando, lo largan solo sin que se muevan los otros palitos. Jugaban los hermanos. Antes, antes, cuando estaban ellos muchachos. Los palitos los hacían ellos, arreglados.
¡Juego e los coltros no más!
Flora Licán


La Gente que sabe mucho da consejos de esta manera

Se estaba aproximando el término del mundo. Había una persona, de esos de los mas amargos de boca, que tenía animales. En una de esas mañanas, encuentra la majada toda echada en el rodeo. Dormidas, tranquilas las ovejas. Tomó mate temprano. Salió para afuera a fijarse en sus animales si estaban saliendo de su rodeo. Los encontró lo mismo como estaban. Volvió a tomar mate.

Dijo entonces: - A mis ovejas no les da por salir. Un poquito mas tarde voy a sacarlas. Tomaré otros mates, se enaltó; y dijo: -Mis ovejas no salen, mis animales no salieron del rodeo, qué pasa?

Entonces el hombre, agarró un arreador. Quiso sacar los animales del rodeo, y cuando los quiso tocar para agarrarlos, no se movió ninguno. Nada, duritos estaban. Tentó con la mano oveja por oveja. Estaban tiesesitas y muertas. Todas las ovejas, no unas pocas. Todas. El hombre quedó manos cruzadas, no halló que hacer, como vivir después.

El divino Dios le quito esa suerte, le quitó los animales al hombre por la mala boca que él tenía. El hombre golpeó las manos y dijo: -Mi Dios en que le he faltado?, y ahora que hago?. Yo vivía por los animales que yo tenía. ¡Mi Dios, por favor, resucite a mis animales!

Y recién se acordó de Dios el hombre. Más antes no. Sabía andar parado retando a los hijos, retando a otros, andar mal con los vecinos. Pero nunca se acordaba de Dios. El pensó que él mismo fabricó los animales y resulta que no. Había dueño también, los animales tenían dueño. Así, quedó pobre el hombre.

Desiderio Calfinahuel



CONTADA DEL RAYO

Yo estaba trayendo un animal redomón colorado malacara con una rienda con cabezada chapeada, un poco lujoso. Al tomar la majada del faldeo para llevarla al rodeo, salimos con otro muchacho. El salió en pelo del animal, un tordillo, y yo salí en un colorado malacara ensillado y emponchado con poncho de hilo común.

Había nublado de tormenta muy espeso y yo calculaba que algo podía pasar mas tarde. Cuando veníamos en la mitad del faldeo, empezó el trueno. Estas cosas de trueno, uno le parece que es pequeñas cosas, pero tiene mas poder que un arma de fuego. Estas tormentas llevan peligro en los colores del animal. Lleva varios contrarios. De no andar trayendo cuchillo de acero, algunas agujas para costura u hojas de afeitar en los bolsillos de su apero, y menos será la plata que yo andaba trayendo en las riendas.

Totalmente que empezó el trueno muy fuerte que llegaba a retumbar el faldeo. Luego cayó un chaparrón de agua muy fuerte, y el relámpago.

Venía por entre unos ñires y de repente, sobre caminando con los animales de arreo, siento que estaba en el suelo. Vide que estaba entre el fuego, la llamarada de fuego. El animal se levanta trastabillando, no tenía firmeza. Al levantarme yo, también me voy cayendo, hasta que me pude agarrar en el garrón del estribo. Pude parar y quedé medio temblado, bastante temblado. ¡Ya no tenía esperanza de vivir!. Porque parece que no tenía ánimo de nada, ni hablar, ni pegar grito, nada.

Hasta que me levanté y el animal ya se afirmó y pude poner el pié en el estribo y monté a caballo. Había un cerrito lleno de pinaladas que quedaba mas cerca y me fui ahí, galopando con toda la furia del animal.

Allá llegué y entonces me bajé del caballo. Bajé el cojinillo, saque las riendas plateadas y lo dejé enterrado en la tierra para que no se vea nada la luz. Después de haber atado el animal a un palo, tendí el pellón debajo de un pino araucaria y me acosté. Me tapé con el ponchito que andaba trayendo, hasta no asomar nada la cabeza, nada. Me quedé ahí pensando muchas cosas. No me animé más a destaparme.

Llegó la noche, una oscuridad tremenda. Siguió nomás el trueno fuerte, venía granizo de agua. Yo estaba tapadito con mi poncho debajo del pino. De repente, siento que el animal cruzaba por encima mío, pa un lado y otro, pegando saltos el animal. Seguramente que el rayo le penetraba, o el relámpago muy fuerte. No se de que se asustaba el animal.

Levanté mi ponchito y até un lado un poco más lejos al animal. Volví a quedarme acostado en el pellón, tapado con el ponchito. De tanto pensé que se iba a pasar ahora. Debajo del poncho, encendí un cigarrillo y me levanté de la camita. Salí rogando al este, así como estaba; y rogué a Dios, el dueño de la tormenta, pidiéndole disculpas, pidiéndole perdón y que campara el tiempo, que se calmara la tormenta para poder vivir y llegar al puesto. En dos horas mas ya pasó la tormenta, pero no tuve coraje de ir al puesto hasta que vino asomando la claridad de la mañana. Entonces apreté la cincha de mi animal y le puse el pellón y monté a caballo y me fui galopando pa el puesto. Allá estaba la gente permaneciendo sentados a la orilla del fuego, esperándome. Mas pensaban que yo estaba muerto por ahí en el campo.

Me vieron llegar, prendieron el fuego, me cebaron unos mates y en lo que se aclaró, me vieron las pestañas de los ojos todas dobladas para arriba, chamuscadas por el fuego. El poncho estaba chamuscado también, como quien me tiró adentro del fuego.

Poco mas tarde miramos al animal ya para largarlo, y estaba tostado. Era colorado el animal, pero se puso tostado en lo que se chamuscó en el rayo. Es decir que no me agarró bien sino ¡me hace pedazos!

Entonces de ahí y respeto mucho. Es el conocimiento bárbaro que me dio el espíritu de Dios, que a lo mejor yo estaba equivocado o no creía el asunto de los indígenas. Entonces, para ir conociendo todo lo malo y todo lo bueno, algo tiene que compadecer por delante.

Por eso vengo a respetar que no debo de correr, que no debo de usar rienda plateada, que no debo usar cuchillo por delante de la tormenta, ni menos aguja, no menos hoja de afeitar que son de acero.

El color del animal también. El tordillo, el colorado, el tapado, también esos tres son contra de la tormenta. Lo que no han pasado chascos, no creen nada. Uno tiene que pasar algo para creer estas cosas.

Desiderio Calfinahuel

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