lunes, 31 de octubre de 2011

EL CONDOR ANDINO

 PROYECTO DE CONSERVACION DEL CONDOR ANDINO  

Durante miles de años, el Cóndor Andino, el ave voladora más grande del mundo, ha sido venerado por las comunidades originarias de Sudamérica, quienes lo han considerado el Espíritu mismo de los Andes, un nexo sagrado entre los hombres y Dios.
    Si bien fue abundante en otro tiempo, este animal emblemático, eslabón simbólico con nuestro pasado cultural, se ha convertido hoy, lamentablemente, en un desafío de conservación.
    En Agosto de 1991, en Pampa de Achala, Córdoba, Argentina, se dio origen al Proyecto de Conservación Cóndor Andino (PCCA). Este proyecto está organizado por el ZOO de Buenos Aires, la Fundación Temaikén y la Fundación Bioandina Argentina y cuenta con el apoyo de prestigiosas instituciones, nacionales e internacionales.
    Su principal objetivo es asistir a la conservación de estas fabulosas aves y su majestuoso ecosistema, a todo lo largo de la cordillera, para asegurar la supervivencia de quien es considerado el Espíritu viviente de los Andes.

   
 Distribución y problemática actual    
    El antecedente de extinción del Cóndor Californiano, en América del Norte, quien ocupa el mismo nicho ecológico y sufre las mismas presiones de selección que el andino, pesa sobre la existencia del Cóndor de los Andes. Estados Unidos ha invertido más de 20 millones de dólares, desde 1987, para tratar de conservar los últimos ejemplares silvestres y aún su destino es incierto. Si bien Argentina posee las mejores poblaciones de Cóndores en Sudamérica, es evidente que no debemos esperar a llegar al punto en que se encontró el Cóndor Californiano, para tomar medidas de conservación.

    

    En Sudamérica, el Cóndor Andino ha comenzado a dar síntomas de extinción. Se ha declarado extinto en Venezuela en 1965, en Colombia y Ecuador sobreviven menos de 100 ejemplares silvestres, Perú y Bolivia vieron reducidas sus poblaciones naturales y si bien Argentina y Chile sostienen las mejores poblaciones silvestres, ya se han registrado extinciones locales, como en la costa del Atlántico en la Patagonia Argentina, donde naturalistas de mediados de 1800, como Charles Darwin o Perito Moreno, encontraban poblaciones abundantes de esta especie, en sitios donde hoy ya no existen.

    Las causas que hacen a la retracción de esta especie están ligadas a la actividad humana. La errónea creencia que el Cóndor mata el ganado para comer, cuando en realidad es carroñero, ha hecho que se lo considere una plaga y que se lo mate injustificadamente. Además, las muertes por consumo de cebos tóxicos, la disminución de alimento en algunas áreas, la expansión de las ciudades, la alteración de su medio y principalmente la situación de desinformación que existe sobre esta especie han llevado al Cóndor Andino a su situación actual.

    Gracias a miles de horas de observación, sabemos que el Cóndor Andino es un animal carroñero, es decir que se alimenta de animales muertos. De esta forma, evita la acumulación de cadáveres, previniendo la formación de focos de infección y cumpliendo un invalorable rol, como basurero natural, en el mantenimiento del equilibrio en el ecosistema andino. Asi mismo, gracias a su poderoso pico, juega un papel fundamental en la cadena alimenticia, dado que es el encargado de abrir los cueros de grandes animales muertos, permitiendo de esta manera, que otros carroñeros menores, puedan acceder al recurso alimenticio.

   

      Centro de Rescate (CRCA)    

    Desde hace más de una década, en el Proyecto de Conservación Cóndor Andino, se reciben numerosos llamados, desde diferentes lugares del país, dando aviso de ejemplares que han sido víctimas de inescrupulosos cazadores, heridos por trampas, atrapados y tomados como mascotas o que han caído en manos del tráfco ilegal.


    Ante esta problemática, la Fundación Temaikèn y la Fundación Bioandina Argentina crearon en abril de 2002, el Centro de Rescate del Cóndor Andino (CRCA); una herramienta de conservación que permite trabajar en el rescate y la rehabilitación de estas aves, con la finalidad de liberarlas en su ambiente natural o integrarlas a planes de conservación ex-situ de esta especie.

    Además, se han establecido Convenios de Cooperación con las Direcciones de Fauna de las Provincias en las que habita, como también con la Gendarmería Nacional, con el propósito de dar una respuesta eficiente y eficaz a dicha problemática.

   

      Centro Veterinario    

En el CRCA, se cuenta con un Centro Veterinario de Alta Complejidad y un Área de Rehabilitación en Aislamiento Humano para aquellos ejemplares silvestres que puedan ser incluidos en programas de liberación.
    Una vez arribados los ejemplares al CRCA, se les realiza extracciones de sangre para análisis veterinarios, placas radiográficas y en el caso de ser necesario intervenciones quirúrgicas.


      Recintos de Vuelo    

Luego de cumplir una cuarentena sanitaria son trasladados a recintos de vuelo donde, a través de las observaciones de comportamiento realizadas por miembros de la FBA, se evalúa el grado de rehabilitación alcanzado por los ejemplares en aislamiento humano para determinar su inclusión en programas in-situ o ex-situ.

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Algunas características
El cóndor andino es reconocido como el ave voladora más grande del planeta. Los adultos llegan a medir hasta 1.30 metros de altura, 3.30 metros de envergadura y pesan hasta 12 Kg los machos y 10 Kg las hembras ( Del Hoyo, 1994; Pavez y Tala 1995). Poseen la cabeza desnuda y relativamente pequeña, de color generalmente rojizo, aunque el mismo puede cambiar según el estado de ánimo del animal; pico de borde muy cortante y terminado en gancho. Las alas son largas y anchas y las patas, no prensiles, poseen uñas cortas y poco curvas, y con la inserción del dedo posterior elevada (Pavez y Tala 1995). Las mismas están adaptadas para la marcha y para la sujeción de la carroña. (McGahan, 1973; Jácome,1995; Gailey y Bolwig, 1973).
Alcanzan la madurez sexual aproximadamente a los ocho años (Del Hoyo, 1994; Pavez y Tala, 1995). El plumaje juvenil de ambos sexos es de color marrón hasta alcanzar en mudas sucesivas el característico plumaje negro-azuloso de los adultos. Una ancha banda blanca resalta en el dorso de las alas y un nítido collar blanco no completamente cerrado al frente, protege la desnuda piel del cuello.
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Fuente: Fundación Bioandina / Correo: info@bioandina.org.ar

Un documental de alto vuelo
EL CAMINO DEL CONDOR, EN PANTALLA GRANDE

El ornitólogo Lorenzo Sympson es especialista en cóndores y otras aves, como el águila mora. Vive en Bariloche desde hace más de 20 años y ha participado en varios documentales realizados por productoras internacionales. “Me involucré mucho en este proyecto porque quiero compartir la pasión que tengo por las aves, y también porque mi preocupación y la de mi equipo de trabajo es la conservación”, dijo el investigador, que es miembro de la Sociedad Naturalista Andino Patagónica (SNAP) en Bariloche.

El cóndor andino –su nombre científico es Vultur gryphus– existe en los países latinoamericanos que están a los pies de la cordillera de los Andes, de Venezuela a Tierra del Fuego. “En Venezuela y Colombia está prácticamente extinguido. En Perú, Ecuador y Bolivia hay poblaciones en situación de riesgo y en los Andes patagónicos, en Chile y Argentina, se considera bastante saludable”, informó el especialista.

El ornitólogo destacó que en las últimas décadas se produjo un corrimiento de su hábitat hacia la cordillera de los Andes, al menos en Argentina. Antes, se podían observar también en regiones de la Pampa. Si bien en la actualidad hay algunas poblaciones “extra andinas”, como en Córdoba y San Luis, no es lo habitual debido a que rehuye de la presencia del ser humano y de sus actividades.

“Tratamos que los descubrimientos sobre el comportamiento de los cóndores lleguen cada vez a más gente, porque trabajamos bajo la premisa de que uno cuida lo que conoce, y ellos son parte fundamental de nuestro entorno”, agregó Sympson.

¿Un planeador sin motor?

En el documental, la presencia de Martín Vallmitjana funciona como un puente entre la ciencia y el cóndor. El parapentista vuela desde hace más de 10 años, y en la actualidad es una de las “autoridades” a nivel mundial de ese deporte en la Patagonia. Es experto en aerología, un área de la meteorología que estudia las condiciones atmosféricas en diferentes alturas. Su experiencia lo ha ayudado a realizar hazañas como volar desde El Bolsón hasta Bariloche, aprovechando las corrientes de aire, sin aterrizar en el camino.

“Los cóndores viven alrededor de 60 años y sus pichones comienzan a aprender a volar alrededor de los ocho meses. Como no tienen cuerdas vocales, los padres enseñan a sus hijos mediante gestos. Y esto es algo que yo aplico con mis alumnos cuando están aprendiendo a volar”, dijo Vallmitjana, quien considera que los cóndores son sus profesores. Y agregó: “Una persona puede aprender a manejar el parapente en seis días, pero para aprender a volar tiene que saber por dónde y cuándo hacerlo”.

El cóndor no aletea como muchos otros pájaros, sino que su fuerte es planear. “Es un planeador, y su único motor es la naturaleza. Sabe cómo elegir el momento del día para volar, y dónde aterrizar”, contó Vallmitjana entusiasmado, y dejando ver su pasión por estar en el aire. Ante la consulta de la Agencia CyTA sobre qué se siente al volar, dijo: “Me doy cuenta de que en este planeta las cosas son más simples de lo que parecen”.

Las imágenes del documental son impactantes, incluso para quienes conocen desde siempre a la Patagonia.

Fuente: Agencia CyTA-Instituto Leloir

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