lunes, 21 de noviembre de 2011

21 DE NOVIEMBRE -DIA DE LA ENFERMERA; un texto que recuerda a las "Samaritanas"

COLECCIÓN DE HISTORIA URBANA

LAS SAMARITANAS de PUERTO DESEADO

    La Cruz Roja Argentina es una nobilísima institución que  surgió en nuestro país en 1874 a iniciativa de los doctores Guillermo Rawson, Luis María Drago, Toribio Ayerza y otros caballeros, pero no prosperó, y  recién en 1880, precisamente el 10 de junio, tuvo lugar la fundación definitiva, siendo reconocida por el Superior Gobierno de la Nación con fecha 14 de junio y posteriormente incorporada al Comité Internacional de la Cruz Roja en Ginebra. El creador y Director de la Escuela de Samaritanas de la Cruz Roja Argentina en Puerto Deseado fue el Dr. Segundo Albano Gauna,  quien presidió el Comité de la Cruz Roja local. En 1943 egresan las primera alumnas de la escuela citada.

    En el período 1945 a 1946  entre el grupo de alumnas de la Escuela de Samaritanas  recordamos algunas de las señoritas registradas en aquel entonces:
Justa Arroyabe, Luisa Viro, Celsa Estella, Fermina Alvarez, Guillermina Herta Amelung, Yolanda Laborada, Florencia Estella, Celia Cittanti, Zaida Alicia Chiarrone, Pilar Maria Bueno, Luz Mercedes de Torresín, Nélida Perla Bagnati, Manuela F. de Bizzotto,  Aidé Torresín, Carmen A. de Acuña, Nieves Serrano, Libertad Rodríguez, Nelly Marsicano, Angeles San Juan, Blanca Parolín, Paulina Andía, Dora Rodríguez. etc.

    En la Semana de la Cruz Roja del año 1947 la Comisión local se refería al hermoso y noble ejemplo, dado por un núcleo de hijas de Deseado, que hicieron  realidad a la digna virtud de inscribir sus nombres en el magnífico apostolado de la Cruz Roja, con sus títulos de Samaritanas. Su misión no era reemplazar ninguna obra, ni ejercer ningún privilegio, solo deseaban unir su esfuerzo a todo aquello que signifique un bien común. En el  mismo ciclo escolar 1947-48   los registros confirman la asistencia de la siguientes señoritas: Guillermina Basanta, Elba H. Calvo, Inés M. Carraset, Vilma A. E. García, Ana M. Nicolay, María E. Romero, Pilar N. de Viro, Elena Oyarzún, Irma Llanzón etc.

    Los profesionales encargados de dictar las clases fueron los doctores: Segundo Albano Gauna, Jorge E. Fonseca  Armando Giordano.  En el curso 1946 – 47 se sumaron los siguientes médicos: Carlos Raúl Fernández , Alberto Pujadas  (colaborando en el dictado de clases la Srta. Zaida A. Chiarrone), y el Dr.  Víctor B. Rijanos. En el curso 1947 – 48 se suma el Dr. José Musso  (acompaña en las clases la Sra. A. Beatriz Feijoo), y el Dr. Alfredo  Ramírez  estando presente dictando clases en todos los cursos el Dr. Gauna.

    Propiciando la “Semana de la Cruz Roja”; en el mes de Junio del  año 1948 el Comité de la Cruz Roja y el Cuerpo de Samaritanas , aprobaron un extenso programa de actos, el cual dio inicio el domingo 6 con la concentración en la Plazoleta “Bernardino Rivadavia” de autoridades civiles, militares, eclesiásticas, Samaritanas y pueblo para realizar los actos de: izar el pabellón patrio conjuntamente con los banderines de la Antártida Argentina y de la Cruz Roja, efectuado por las Samaritanas Josefa Alvarez y Encarnación B. Urbano, seguidamente se ejecutó el Himno Nacional por la banda del 9° Batallón de Comunicaciones Motorizado, se depositó una ofrenda floral al pié de la placa recordatoria al Tte. Gral. don Julio Argentino Roca, por las Samaritanas Srtas. Guillermina Herta Amelung y Esther Martínez.
    Las palabras alusivas estuvieron a cargo de la Samaritana Srta. Elba Haydée Calvo. A las 17,30 dio inicio la Retreta, comenzando a las 18,30 hs. el baile social organizado a total beneficio de la caja social del Comité de la Cruz Roja, en el “Hotel Argentino”. Del 7 al 11 se efectuó la conscripción de socios de la Cruz Roja, por Comisiones de Samaritanas y el sábado 12 a 18,30 hs. se efectuó un vermouth en el “Bar Apolo” con la participación de autoridades locales, Samaritanas, Profesores de la escuela de Samaritanas y alumnas egresadas del curso 1947/1948; en este homenaje hizo uso de la palabra el vicepresidente de la Institución, Sr. Enrique Capdevila.
    A las 21.30 hs. del mismo día el Dr. Segundo A. Gauna, Presidente de la Cruz Roja local y Director de la Escuela de Samaritanas, hizo uso de la palabra y tomó el juramento de práctica a las alumnas de los cursos 1946/7 y 1947/8. Acto seguido se efectuó la entrega de diplomas que las acreditaron como tales –ceremonia que se realizó en la Sociedad Española- y el Mayor Dn. Ernesto Taquíni  entregó a cada una de las alumnas que obtuvieron las mejores notas, una medalla obsequio de la Unidad a su cargo. Cerrando el acto habló la Samaritana Srta. Guillermina Basanta  pronunciando  las siguientes palabras:
“Pto. Deseado, 10 de Junio de 1948-autoridades, señor Presidente de la Cruz Roja Dr. Segundo A. Gauna, Comisión Directiva, señores y señoras, Samaritanas: Con la emoción que nos embarga en estos instantes, en que acabamos de hacer un juramento sagrado y solemne de lealtad, humanidad y caridad, sentimos el peso de la dulce responsabilidad que nos hace valerosas para convertir en realidad los nobles ideales que animan esta honorable institución que es la Cruz Roja. Las Samaritanas de Puerto Deseado debemos los conocimientos adquiridos, gracias al Comité local de la Cruz Roja y en particular a sus profesores, que pusieron en todos los actos de su enseñanza la sinceridad de sus elevadas aspiraciones, la sinceridad de quien no busca recompensa, ni alabanzas, sino el íntimo anhelo del bien, por el bien mismo. A todos ellos, nuestro más sincero y profundo agradecimiento y las promesas de luchar y hacer que las lecciones de virtud y deber que nos inculcaron florezcan en fuentes de fortaleza en cada trecho del camino. Por eso compañeras luchemos para que la causa noble y justa que alienta la Cruz Roja, marche a la cabeza de la civilización. No solamente nosotras, las Samaritanas, sino también toda vosotras, jóvenes de Puerto Deseado, porque como mujeres llevan también en vuestra alma el don del sacrificio y del amor. Nuestra noble “misión de Samaritanas no solo se basa en aplicar los conocimientos prácticos o el socorro físico al enfermo, sino también en ofrecer y dar el socorro moral tan ansiado por el que sufre. Nuestra misión es entrar en contacto con la miseria humana y el dolor. Es la Samaritana, la mujer que en los tiempos de guerra, además de su ayuda material, se prepara para guiar a esos hombres, que victoriosos o vencidos, traerán por igual, llenos de odio sus corazones y destrozadas y desorientadas sus almas. Entonces, será en esas horas que la Samaritana, como toda mujer, hará su intervención salvadora, cumplirá con su deber más sagrado y hará surgir de esa noche tenebrosa de horror, una paz, en cuyos cimientos no haya odio ni rencor, una paz, en cuyos cimientos no haya odio ni rencores. Es la Samaritana, la mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor a los que claman su ayuda y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cualidades. Es la Samaritana, la mujer que siendo joven tiene reflexiones de anciana. Es la Samaritana, la mujer que da con gusto el tesoro de sus sentimientos por no ver sufrir en su corazón la herida de la ingratitud. Es la Samaritana, la mujer que siendo débil, se reviste con la bravura del león, para acudir al gemido del que sufre, y es la Samaritana, la mujer que en su corazón siempre es madre. Que es igual que una maestra que diariamente da fragmentos de su  alma, junto con su juventud y el amor maternal más desinteresado y abnegado, lo mismo  la Samaritana daría con gusto su alma y juventud por el bien de sus semejantes porque nuestra misión, donde quiere que se halle es “purificar el ambiente para que la vida se eleve y responder mejor a sus altos propósitos; ya que en nuestro amor, sacrificio y protección no hay maldad, donde exista un alma que sufre, allí estaremos derramando nuestros más sensibles sentimientos ante el sufrimiento de la humanidad, lo mismo en la paz, que en la guerra. Compañeras: aún cuando nosotras estemos esclavizadas al tiempo, nuestros pensamientos, deberes y misión pertenecen a la Cruz Roja y unidos todos ellos tendrán una vibración regeneradora y eficaz en pro de la paz y la unión de los hombres. Examinemos nuestros corazones  y si estamos preparadas para nuestra misión, unámonos y valiéndonos de nuestro temperamento femenino y ese espíritu intuitivo tan nuestro, seamos útiles a la humanidad. Podemos, en un destello, vislumbrar la belleza de nuestra misión y sentirnos entusiasmadas para nuestro ideal, que es luchar con la Cruz Roja  sin olvidar el ejemplo y virtud de aquella primera Samaritana, que allá en Samaria dio de beber al salvador del mundo y cuya imagen y figura se agiganta para bendecirnos, como lo hace Dios en todos los momentos de nuestra misión, que es la misión de la Cruz Roja”.

    El 12 de marzo del año 1949 la Casa Central de el “Trust Joyero Relojero” de Buenos Aires le dirige una nota a la Srta. Dora A. Rodríguez, en respuesta a la interpuesta el 26 de febrero; comunicándole los precios de medallas solicitadas y adjuntando un catálogo con modelos de las mismas. Al mismo tiempo la “Casa Escasany” le dirige una nota de fecha 5 de marzo  informándole que no pueden confeccionar medallas de la cruz roja, si no media una autorización oficial.

    El 11 de mayo del año 1949 la Joyería y Relojería  “Casa Escasany” de Buenos Aires acusa recibo de la nota elevada por la Srta. Bony Urbano -miembro del Comité de la Cruz Roja Argentina-,  informando que no disponen medallas con la alegoría de medicina; pero que ofrecen una en oro 10  kilates con una cruz grabada, e inscripción en el reverso,  advirtiendo que tendrían que confeccionarla expresamente, por lo que demorarían aproximadamente quince días a partir de la recepción de la remesa de dinero indicada, y por tratarse de un encargo especial.

    Cuando se produce el alejamiento definitivo hacia la ciudad de Buenos Aires del fundador, primer  Director, Profesor de la institución, el  Dr. Gauna; sus alumnas y población en general se acercan hasta el muelle a  despedirlo. Estando radicado en la ciudad capital sus ex alumnas le escriben y el médico contesta. “Me es muy grato dirigirme a Ud; y por su intermedio, a las Samaritanas de Puerto Deseado, el con propósito de hacerles llegar la fiel expresión de mis sentimientos de gratitud, a ese núcleo de es discípulas y amigas de siempre, que testimoniado en una medalla y un pergamino, el recuerdo de un mérito, que si lo estimo en su justo valor, todo se lo debo a ellas que han inspirado la cristalización de una obra cuya sagrada misión, por humana, he dejado en las hijas de ese pueblo a quienes debo todo mi reconocimiento. Sabía, que las cruces rojas de ese solar patagónico, llevan en el alma y en el corazón el emblema sagrado de su apostolado y no en vano mi fé descansa en el porvenir de nuestra Cruz Roja y Escuela de Samaritanas, sabiendo que se mantienen unidas  por elevar cada día más  a esa Institución, a la que juntos, hemos dedicado las mejores horas de nuestros afanes, por un bien común. Vuestro recuerdo, lo estimo y agradezco, cuanto más en la seguridad que desde ya constituye un aliciente a mi pensamiento que vive siempre ese ayer inolvidable. En un cordial y afectuosos apretón de manos, mis sinceros votos por la ventura personal de mis Samaritanas. Dr. Segundo A. Gauna”.-

                                                  Roberto Luis Rodríguez
                                      
fuente: investigación  propia
documentación:  archivo privado del autor

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