jueves, 19 de noviembre de 2009

Un hotel en medio del desierto

PATAGONIA PARA RECORDAR
Historias de un Hotel en el desierto

En los años '50 -'51, mi padre tuvo un problema respiratorio, asma. El mismo médico que le había recomendado que me traiga a la playa, le sugirió que tenía que dejar la panadería e irse al mar.
Compró un hotel en un lugar llamado Puerto Lobos, por la antigua Ruta 3, cerca del Paralelo 42. Lo que se conoció como el Paralelo 42 era un beneficio de importación para la zona sur, donde no se pagarían impuestos sobre los productos. Los productos llegaban a Madryn en barco.
Cerca del hotel de mi padre había un destacamento policial que controlaba que no se hiciera contrabando. Era la época en todo el país de sustitución de importaciones y la industria nacional estaba protegida, por lo que lo importado era sumamente raro.
Los primeros años sólo se podían traer elementos de trabajo, por ejemplo, autos que estaban modificados tipo furgonetas. La Courier en el caso de la Ford y Delivery en el caso de la Chevrolet.
Desde el hotel veíamos intentos de contrabando y quedaban detenidos. Recuerdo que una vez entre los fardos de pasto llevaban motores. Otras veces que se veía la polvareda de los autos que pasaban por atrás y nadie los veía.
También solían venir gitanos, de la familia Traico, con mucho dinero, compraban los autos Ford, Chevrolet, Mercury del '46 / '47, que eran autazos para el norte, y los vendían. Con ese dinero compraban acá los modelos '51 o '52 y hacían negocio.
Los caminos eran de tierra y no eran buenos, entonces los colectivos se ponían de acuerdo y salían de a varios para poder auxiliarse. Salían por ejemplo el martes tres juntos. A la vuelta, se generaban muchas horas de atraso. Venían de San Antonio de a tres coches juntos. Paraban en el hotel a desayunar, había que preparar todo.
La luz se ve desde muy lejos. Desde arriba del techo o desde una loma se veían las luces que estaban a 20 kilómetros. Mi tío miraba y si veía tres luces juntas gritaba y nos poníamos a preparar el desayuno. En ese tiempo los coches andaban despacio, así que teníamos tiempo para preparar. Por ahí sucedía que venían tres autos comunes y teníamos que desarmar todo.
El Paralelo 42 se abrió como beneficio a una zona desértica en desarrollo. Algunas cosas llegaban en barco a Madryn, pero había otros casos, como el de los autos, que llegaban a Buenos Aires. Les daban permiso de determinada cantidad de días para llegar a Chubut. En Buenos Aires había muchos estudiantes que sabían manejar, así que se organizaba una caravana, el responsable de la compra adelante y toda una fila atrás de gente manejando los autos cero kilómetro. Claro, cuando llegaban a Chubut ya tenían 1500 kilómetros.
En general venían autos iguales; entonces todos tenían autos que se veían igual. En Trelew, la gente dejaba el coche con llaves, abierto, en ese entonces no había problemas. Lo que sucedía es que como eran similares muchas veces alguien se llevaba un auto que no era propio.

Santiago López

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